lunes, 10 de enero de 2011

PREGUNTAS SIN RESPUESTAS

VISIÓN DESDE EL FONDO DEL MAR
RAFAEL ARGULLOL
ACANTILADO

"Deja que la vida sea tu propia respuesta"
Montaigne


Supongo que las sectas siempre han tenido tanto éxito y han sido tan indispensables porque el hombre necesita una coraza de hierro para soportar la evidencia que su cuerpo es de cristal y que su vida puede hacerse pedazos en cualquier momento. Como defensa frente a la fragilidad humana, la formación de sectas es perfectamente comprensible, sean las sectas religiosas que tratan de amortiguar el pánico al más allá, sean las laicas que se proponen paliar los miedos de este mundo. Es aberrante por el contrario, la pretensión ofensiva de las sectas, cuando éstas, siempre engañosamente, pretenden embaucar con doctrinas y dogmas a los pobres integrantes de una cola que aguardan para comprar sus entrada en esa taquilla presidida por un rotulo demoledoramente eficaz: paraíso, salvaciones, felicidades, superaciones de complejos o, al menos, una prepotente estupidez".
Comprendo, por tanto, que las sectas caven trincheras y zanjas frente a lo efímero, si bien detesto que vendan entradas para la eternidad. Además, el hecho de que nuestra vida acristalada pueda hacerse añicos en cualquier instante no justifica la obligación de refugiarse en una coraza de hierro. Con frecuencia es el propio hierro con el que pretendemos cubrirnos el que se desliza sobre nosotros y aplasta el frágil organismo de cristal. Contra  lo que acostumbra a creerse, quizá sea más llevadero avanzar descubiertos por el borde del acantilado, puesto que el peso de la armadura puede provocar el traspiés definitivo.
En cualquier caso, yo agradecí el día en que me sentí liberado del espíritu de las secta. El precipicio estaba ahí, ni mayor ni menor que antes, pero yo me sabía más ligero, con mejor humor y tremendamente aliviado por no tener que cargar con las enrevesadas palabras y las feas verdades de las sectas. Ese día, que naturalmente no fue la consecuencia de un súbito milagro sino de una acumulación de años, pude mirar allá abajo sin estremecerme e incluso con satisfacción. Había renunciado a poseer soluciones y esto realmente me proporcionaba una solución taumatúrgica. Aprender a vivir con preguntas sin respuestas, con preguntas que nunca obtendrían respuestas, aligeraba la vida. El cristal era más fuerte que el hierro.

Rafael Argullol

sábado, 8 de enero de 2011

LA SAL DE LA LENGUA


LA SAL DE LA LENGUA

Escucha, escucha: tengo aún
algo que decir.
No es importante, lo sé, no va
a salvar el mundo, no cambiará
la vida de nadie-¿pero quién
es hoy capaz de salvar el mundo
o cambiar tan sólo el sentido
de la vida de alguien?
Escúchame, no te entretengo.
Es poca cosa, como la llovizna
que llega lentamente.
Son tres, cuatro palabras, poco
más. Palabras que te quiero confiar.
Para que no se apague su lumbre,
su lumbre breve.
Palabras que he amado mucho,
que tal vez ame todavía.
Ellas son la casa, la sal de la lengua

Eugénio de Andrade

viernes, 7 de enero de 2011

FRANCISCO JOSÉ I Y SU ÉPOCA



Francisco José I (1830-1916), presidia un imperio de preguntas sin respuestas, el emperador aun con todos sus títulos, era un hombre de lo más normal, un oficinista meticuloso que vestido siempre con su uniforme de caballería, se pasaba largas horas sentado en su escritorio del palacio vienes de Hofburg garabateando comentarios y decisiones en los márgenes de un sinnúmero de expedientes. Verdadera encarnación del servicio y el deber, era disciplinado, como esperaba que fuesen sus funcionarios, pero sólo se lo veía contento cuando podía tomarse tiempo libre para visitar a su amante, Katharina Scharatt, en la villa imperial de Bad Ischl, donde le gustaba vestir trajes regionales y caminar por las montañas. Desde los retratos oficiales, Franciso José I, con sus ojos fríos y acuosos, lo observaba todo y a todos: colegiales, funcionarios y parejas casada en la cama.

Mientras el emperador seguía funcionando como un muñeca mecánica, una sensación de vacío y falsedad ocupaba el centro de toda esa magnificencia estucada. Solo el mito griego podía haber producido una familia más disfuncional y más notoriamente inmoral que la de Franciso José. La emperatriz Isabel (1837-1898), más conocida como Sissi, tenia un aura romántica, pero su vida fue una larga serie de ataques de mal genio, crisis de anorexia y largos y erráticos viajes por el Mediterráneo  en  busca del elixir de la eterna juventud. Su popularidad solo se salvó cuando un anarquista la mató en Ginebra de una puñalada. Rodolfo, el príncipe heredero, un hombre brillante  y de mentalidad progresista, se suicidó, tras matar de un disparo a su amante, en el pabellón de caza del castillos de Mayerling en 1889; su primo, el jovial archiduque Otto (que una vez se presento en sociedad "vestido" solo con el sable), estaba tan destrozado por sífilis que tenía que ponerse una nariz de cuero cuando aparecía en público, En cuanto al heredero, el zafio archiduque Franciso Fernando, puede decirse que el emperador lo odiaba cordialmente.

Años de vértigo
Philipp Blom
Cultura y cambio en Occidente 1900-1914
Anagrama


Austria era un Estado antiguo, gobernado por un emperador vetusto y administrado por ministros viejos, un Estado sin ambiciones que no tenía otra aspiración que la de conservarse intacto dentro del espacio europeo a fuerza de ir rechazando todo cambio radical; por eso mismo, a los jóvenes , que por instinto siempre desean cambios rápidos y radicales, se les consideraba como un elemento peligroso al que había que mantener bajo llave o, al menos, contener el mayor tiempo posible. De modo que no había ninguna razón para hacernos agradables los años de escuela; cualquier forma de progreso nos la teníamos que ganar a fuerza de esperar y mostrar paciencia.
Una vez se dio un caso excepcional e inaudito: Gustav Mahler fue nombrado director de la Ópera de la Corte a los treinta y ocho años. Sin poder salir de su asombro, toda Viena resonó con comentarios llenos de pavor de que se hubiera confiado la primera institución artística del país "a un hombre tan joven" (todo el mundo se olvidó de que Mozart había concluido la obra de su vida a los treinta y seis años, y Shubert, a los treinta y uno). Esta desconfianza hacia los jóvenes se extendía a todos los estamentos.
Mientras que hoy, en esta época nuestra tan radicalmente transformada, los hombres de cuarenta años hacen lo posible para aparentar treinta y los de sesenta, cuarenta; mientras que hoy la juventud, la energía, el espíritu  emprendedor y la confianza en uno mismo son cualidades que ayudan al individuo a abrirse camino hacia el ascenso, antes, en la época de la seguridad, todo aquel que quería prosperar tenía que disfrazarse lo mejor que pudiese para parecer mayor. Los periódicos recomendaban específicos que aceleraban el crecimiento de la barba, los médicos de veinticuatro o veinticinco años, que acababan de licenciarse, lucían barbas frondosas y se ponían gafas doradas, aunque su vista no las necesitara en absoluto, y todo con el único propósito de causar a sus pacientes la impresión de "experiencia". La gente vestía levitas largas y caminaba con paso pausado, y, si era posible, adquiría un cierto embonpoint que encaraba esa gravedad anhelada, y los ambiciosos se afanaban en anular, aunque solo fuese exteriormente,  su juventud, una edad sospechosa de poco sólida.

El Mundo de ayer
Stefan Zweig
Memorias de un europeo

lunes, 3 de enero de 2011

LA CAPA, LA BARCA Y LOS ZAPATOS (W.B. YEATS)




-¿QUÉ es eso que haces, tan brillante y hermoso?

Hago la capa de la Pena:
qué bien, ver que a la vista de todos,
a la vista de todos está la capa de la Pena.

¿Qué construyes con velas para volar?

Construyo una barca para la Pena:
veloz sobre los mares noche y día
navega la Pena vagabunda,
noche y día.

¿Qué tejes con tan blanca lana?

Tejo los zapatos de la Pena:
silente ha de ser la pisada leve
en todos los oídos de los hombres de la Pena,
súbita y leve.

William Butler Yeats
Poesía reunida
Editorial Pre-textos
Antonio Rivero Taravillo

domingo, 2 de enero de 2011

CUENTOS DE GALITZIA

CUENTOS DE GALITZIA
ANDRZEJ STASIUK
ACANTILADO

LUGAR

Todo debió de empezar en invierno. Es entonces cuando hay más tiempo y el transporte es relativamente fácil. Si en aquel entonces la frontera de los bosques discurría mas o menos por donde hoy, los abetos más cercanos se encontrarían a un kilómetro cuesta arriba. Había que encontrar los mejores, gruesos y rectos, que crecen donde da el sol. Y a continuación talarlos.
Observando el esqueleto de columnas inclinadas que sustentaban el templo, el grosor de éstas daba idea de la magnitud del antiguo bosque. Algunos de los árboles usados para la construcción debían de medir cerca de un metro de diámetro en  la base. Las sierras eran manuales. Entre dos hombres tardaba un día entero en cortar un árbol. Serraban, clavaban cuñas de madera, se iban quitando la ropa hasta quedarse, a pesar del frío, en camisa, de la que salía vapor. Los últimos instantes estaban llenos de inquietud. Aguzaban el oído, pendientes de los chasquidos que producen las fibras al romperse cuando el árbol inicia su lenta caída. Después tocaba podar las ramas más gruesas y ya se podía enganchar los caballos al tronco gris plata. Seguro que reventaban los arneses y se quebraban las cadenas. Antes de que -sorteando hoyos de árboles partidos por el viento- consiguieran salir a la linde del bosque, el lomo de los animales humeaba igual que una hora antes el de los hombres. Una vez en la bajada, la cosa era ya más fácil. Si habían pasado antes por allí otros tiros, en la nieva quedaba un profundo surco. ¿Cincuenta árboles? ¿Cien? ¿Más? Muchos, en cualquier caso, para tratarse de una aldea que apenas constaría de unas veinte chozas. Había partes donde los caballos se hundían hasta el vientre.
Aquí el invierno acaba tarde. En abril todavía se dan las ventiscas y las noches son gélidad. La llegada de la primavera viene precedida por la estación del barro, durante la que los colores se mezclan sin cesar. El blanco pugna con el negro, con el gris, con el primer verde. Laderas y valles cambian constantemente de aspecto. Lo que el sol derrite lo recupera la nevada nocturna.
(...) En los día apacibles y calurosos, el aire se notaba espeso de aromas balsámicos, como si la  materialización del templo se llevara a cabo en el espacio de todos los sentido. El repiqueteo de las herramientas, multiplicado  por el eco, reverberaba por el valle hasta dar con una salida o perderse en el vacío del cielo. El sonido agudo de las sierras, los hachazos que modelaban las juntas de los ángulos, las órdenes y maldiciones de los capataces al izar el siguente madero preparado.
En otoño seguramente todo estaría terminado. Estaban clavando las últimas tejas. La forma se había cerrado. Dentro estaban poniendo el suelo. Un fragmento del mundo había sido arrancoado de él y elevado a otra esfera. Como el profeta Elías de la parte izquierda del iconostasio.

Andrzej Stasiuk

viernes, 31 de diciembre de 2010

ODA AL PRIMER DÍA DEL AÑO


Lo distinguimos
como
si fuera
un caballito
diferente de todos
los caballos.
Adornamos
su frente
con una cinta,
le ponemos
al cuello cascabeles colorados,
y a medianoche
vamos a recibirlo
como si fuera
explorador que baja de una estrella...

Pablo Neruda

miércoles, 29 de diciembre de 2010

JUVENTUD Y VEJEZ (W.B. YEATS)



JUVENTUD Y VEJEZ

CUÁNTA furia de joven,
por la opresión del mundo,
y hoy éste, adulador,
dice adiós a su huésped.


LA LLEGADA DE LA SABIDURÍA CON EL TIEMPO

AUNQUE sean muchas las hojas, la raíz sólo es una;
todos mis engañosos días de juventud
al sol mecí mis hojas y mis flores;
ya puedo marchitarme en la verdad.


CUANDO SEAS VIEJA

CUANDO  ya seas vieja y canosa, y con sueño
des cabezadas junto al fuego, coge este libro
y léelo soñando con la mirada suave
que tuvieron tus ojos, y con sus hondas sombras;

y cuántos tus momentos de alegre gracia amaron,
y tu belleza, con falso o con sincero amor,
mas sólo uno amó en ti el alma peregrina,
y amó las aflicciones de tu cambiante rostro;

e inclinándote luego junto a encendidas barras,
susurra, algo apenada, cómo se fue el Amor
al paso por encima de las altas montañas
y su rostro ocultó un sinfín de estrellas.


WHEN YOU ARE OLD

WHEN you are old and grey and full of sleep,
And nodding by the fire, take down this book,
And slowly read, and dream of the soft look
Your eyes had once, and of their shadows deep;

How many loved your moments of glad grace,
Ande loved your beauty with love false or true,
But one man loved the pilgrim soul in you,
And loved the sorrows of your changing face;

And bendig down besid the glowing bars,
Murmur, a little sadly, how lowe fled
And paced upon the mountains overhead
And hid his face amid a crowd of stars.

William Butler Yeatas

 Cuarta versión que leo de este poema. CUANDO ESTÉS VIEJA


POESÍA REUNIDA
EDITORIAL PRE-TEXTOS
Traducción de Antonio Rivero Taravillo

FELIPE II

Felipe II a los 31 años (Antonio Moro)
El 9 de marzo de 1526, Carlos V, sacro emperador romano y gobernado de España, Mexico, los Países Bajos y gran parte de Italia entró a caballo por primera vez en una Sevilla bulliciosa y en rápido crecimiento.  Todavía en ropa de viaje y cubierto de polvo, desmontó en el patio del Alcázar Real y fue a la habitación donde esperaba su prima, la princesa Isabel de Portugal. Había sido dispuesto que los dos se casaran, y fueron desposados enseguida. Carlos entonces se retiró a cambiarse y descansar hasta la una de la mañana siguiente, cuando él e Isabel se casaron, Después de la misa nupcial, se retiraron juntos a la cama.

Felipe II nació el 21 de mayo de 1527, en presencia de su padre y de los príncipes nobles. Como ocurre con frecuencia con un primogénito, el parto fue difícil- los dolores duraron trece horas- y su madre pidió que se colocase un velo sobre su rostro para que no se viese su angustia. "Puedo morir pero no gritaré", fue su firme reprimenda a una comadrona que le instaba a dar rienda suelta a sus sentimientos. Dos semanas más tarde se bautizo al niño, y cuando acabó la ceremonia el heraldo gritó con voz fuerte tres veces: "Don Felipe, por la gracia de Dios príncipe de Spaña".

Cuando Felipe II tenía solamente doce años, murió su madre. El joven príncipe se vio obligado por el protocolo de la corte a encabezar el cortejo  desde Toledo, donde murió la emperatriz,  hasta la tumba de sus antepasado en Granada. Mientras, Carlos V se encerró en un monasterio y guardó luto durante ocho semanas.
El viaje fue memorable para otros, además del príncipe. El cuerpo de la emperatriz se corrompió mucho por el calor del verano, de forma que cuando abrieron el ataúd en Granada para una identificación última antes de proceder al entierro, el marqués de Lombay no pudo saber si el cadáver era el de su difunta soberana. Espantado por este ejemplo de "corrupción terrenal", Lombary renunció a la corte, tomó los hábitos y llegó a ser tercer general de los jesuitas, siendo canonizado póstumamente como San Francisco de Borja.

FELIPE II
Geoffrey Parker
Alianza Editorial

Nota:
La huellas dactilares se forman a los 120 días de vida intrauterina y sólo desaparecen con la desintegración de los tejidos. "Las acusaciones de su hermano Enrique de Trastamara de que Pedro el Cruel no era hijo de Alfonso XI provocó que todas las reinas de España dieran a luz con un protocolo curioso: Los partos eran presenciados por el Rey, miembros de la familia, miembros de la nobleza, embajadores de las potencias extranjeras y el nuncio del Papa.

Antonio Garrido- Lestache 
El País (15-3-2010)

lunes, 27 de diciembre de 2010

RILKEANA


RILKEANA

De ti y de esta nube; de esta nube
blanca como vuelo de pájaro
en mañana de abril; de ti
y de la íntima llama de un fuego
que no admite extinción;
de ti y de mí hacer un solo acorde,
un acorde sólo; para no perderte.

De ti e desta nuvem; desta nuvem
branca como voo de pássaro
em manhâ de abril; de ti
e da íntima chama de un fogo
que nâo consente extincâo;
de ti e de mim fazer un só acorde,
un acorde só; para nâo te perder.

Eugénio de Andrade

DIVERSIÓN EN LA CORTE DE FELIPE II

Ya fuese grande o pequeño el séquito del rey, siempre incluía un tipo especial de cortesanos: el de los enanos, juglares y bufones de la familia real. Las cartas escritas por Felipe a sus hijas mientras estaban en Portugal están llenas de referencias a personas como Magdalena Ruiz, una enana retrasada mental a la que adoraban las hijas del rey. En el Museo del Prado se conserva una pintura de Isabel con la mano en la cabeza de su fiel enana, que fue su criada desde 1568 (cuando la princesa tenía dos años) y murió en Escorial en 1605. Adicta al alcohol, sufría ataques epilépticos y era capaz de tener rabietas delante del mismo rey. Era una predilecta de las masas,  que siempre coreaban: "dale la cuerda", para provocarla o asustarla. Siempre se podía contar con que Magdalena metiera la pata: tropezar, comer demasiado (especialmente fresas) y ponerse enferma; marearse antes que nadie. Pero todo ello era parte de su encanto.



Pero a pesar de las diversiones proporcionadas por los juglares y bufones, para la mayoría la vida en la corte no era particularmente agradable. Era cara, exigente y con frecuencia tediosa. La mayoría de los cortesanos estaban obsesionados por dos problemas, el aburrimiento y la promoción, obsesiones que se reflejan elegantemente en un juego para cortesano, publicado por primera vez en 1587: La filosofía del cortesano, de Alonso de Barros, dedicado a Mateo Vázquez. Se jugaba sobre un tablero con dados y fichas, combinando elementos del Palé y del Juego de la Oca. El tablero estaba dividido en sesenta y tres recuadros, los años de vida de un hombre, representando alguno de éstos las posibles trabas a su progreso, otros los beneficios. Aquellos que se colocaban en el recuadro numero quince, titulado "paso esperanzador", pagaban al "banco" y avanzaban al recuadro veintiséis, "la casa del privado". Por el contrario, los que se colocaban en el recuadro treinta y dos, "el pozo del olvido", perdían un turno y tenían que pagar a todos los demás jugadores para recordar al privado su existencia. Los  que se colocaban en el recuadro cuarenta, "cambio de ministro", retrocedian al recuadro diez, "la casa de la adulación", y los que se colocaban en el recuadro cuarenta y tres, "muere tu patrón" tenían que volver a empezar. Como decía Burleigh de la corte isabelina: un hombre sin amigos en la corte es como  un obrero sin herramientas.

Felipe II
Geoffrey Parker
Alianza Editorial