Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.
José Hierro
"Ya se que Dios no existe pero siempre es mejor que te ame un ente de ficción a que no te ame nadie". La novela finalista del Planeta es un premio para los lectores. "La vida nunca premia, a mí nunca me premió". Aunque Alegría se presentara con seudónimo los miembros del jurado leyendo la novela, si es que la leyeron, sabrían que manaba del viaje al pasado qué fue Ordesa. Alegría es pasado hecho presente. Que el finalista del Planeta sea Manuel Vilas es una garantía de buena lectura y así ocurre con Alegría. El escritor se define como un viajante de la palabra. Manuel Vilas cuenta su miedos a la vida al vacío y la relación con su familia. La mayoría pacta destrucciones más o menos largas, que ocurren en plazos de unos treinta o cuarenta años. Y a eso la gente lo llama vivir. Sus padres muertos siguen vivos en el recuerdo. Estoy envenenado en la belleza del duelo, me he hecho adicto al duelo. En la novela está presente Arnold, nombre que el escritor da a su trastorno de bipolaridad. Está novela no es la típica ganadora de un premio como el Planeta. Vale más.
