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viernes, 7 de agosto de 2009

ANATOMÍA DE UN INSTANTE

Un instante da para mucho, por ejemplo para inspirar a Javier Cercas a escribir este magnífico libro, según la contraportada un ensayo en forma de crónica o una crónica en forma de ensayo. La crónica parte del momento en que Tejero entra en el congreso de los diputados y sólo hay tres diputados que se quedan sentados, Adolfo Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo.

Yo lo leí como una novela realista y misteriosa, en la cual ya sabes el final, y que a medida que avanzaba en su lectura me iba enterando de numerosas cosas que yo no sabia. Por ejemplo que Sabino Fernández Campos fue decisivo en el fracaso del Golpe, que Armada se presentó ante Tejero cuando ya el golpe estaba fracasado con los nombres de un gobierno de concentración en el que Armada sería el presidente y, que estaría integrado entre otros por Felipe González, Manuel Fraga, Jordi Solé Tura, Luis María Anson etc. Pero claro eso no fue aceptado por Tejero, que era un franquista puro y duro, en cambio Armada y Milans eran franquista y Monarquicos -que remedio- incluso Armada fue secretario privado del rey y fue sustituido por sugerencia de Suárez, por eso el odio que aquel sentía hacia Adolfo Suárez.

En Tejero se daba una fusión acabada entre patriotismo religión y como dice Sanchez Ferlosio, "es cuando hay Dios cuando todo está permitido, así que nadie tan ferozmente peligroso, como el justo cargado de razón".

El golpe de estado del 23 F fue contra la democracia, pero también, fundamentalmente contra Suárez, alguien preparado para desmontar la dictadura, pero incapaz de gestionar la democracia, y este pasaje del libro lo ilustra muy bien, es el momento en que los procuradores franquista aprueban la ley para la Reforma Pólitica.

La Reforma quedó aprobada. las cámaras de televisión recogieron el momento, y luego lo han reproducido en multitud de ocasiones. Los procuradores fascistas aplauden puestos en pie; puesto en pie, Suárez aplaude a los procuradores franquistas. Parece emocionado; parece a punto de llorar; no hay ningún motivo para pensar que finge o que, como el actor consumado que es, si finge no siente lo que finge sentir. Lo cierto es que hubiese podido estar riéndose por dentro y a lágrima viva del hatajo de mentecatos que acababa de firmar su sentencia de muerte en medio de los abrazos y parabienes de una apoteósica fiesta franquista.


El libro te atrapa desde la primera página, y te enteras casi sin "enterarte" de todos los entresijos del golpe, visto desde todos los puntos de vista, estupenda crónica, ensayo, novela, lo que sea; si el fin de la novela es, entre otras cosas, causar placer, pues para mi este libro es más novela que ensayo; por cierto, la primera intención del autor era hacer una novela, incluso tuvo hecho un borrador.


Durante la vista oral los principales protagonistas del golpe se presentaron como lo que eran: Tejero como un patán embrutecido de buena conciencia; Milans, como un filibustero uniformado y desafiante; Armada, como un cortesano millonario en dobleces: aislado, despreciado e insultado por casi todos sus compañeros de banquillo, que exigían que delatase al Rey o reconociera que había mentido (...) Cortina, demostró con diferencia ser el más inteligente de los procesados: desmontó todas las acusaciones que pesaban sobre él, sorteó todas las trampas que le tendieron el fiscal y las defensas.

lunes, 6 de julio de 2009

EL BOBO DE CORIA

En un libro de un escritor que me gusta mucho, Javier Cercas, y que se titula, El vientre de la Ballena, encuentro esta historia sobre el bobo de Coria.


...En cuanto al bobo de Coria...Bueno, en realidad se llamaba Juan de Calabazas y se le conocía por el Bizco, o por calabacillas. Era uno más de los bufones que pululaban en el entorno de Felipe IV y que como gozaban de libertad para decir todo lo que los demás cortesanos no podían decir, debían de constituir una especie de lvula de escape de las asfixiantes rigideces de la corte. A este Calabacillas, Velázquez probablemente lo pintó dos veces, y digo probablemente porque por lo visto hay quien duda de que el primero de los dos cuadros sea de Velázquez... A mí me parece que sí lo es, pero bueno. En ese retrato Calabacillas es un hombre joven, estrábico, con una mirada astuta y una sonrisa inteligente; está de pie, y sostiene en una mano el retrato en miniatura de una mujer, y en la otra un molinillo de papel, que por esa época era un símbolo de la locura. El segundo retrato es el que tradicionalmente se ha conocido con el titulo de El Bobo de Coria; también es el más famoso de los dos. Calabacillas ya es aquí un hombre maduro. Está sentado en una banqueta de madera, entre dos grandes calabazas que, claro está, aluden a su nombre, y tiene una pierna doblada debajo de la otra y las manos retorcidas en un gesto imposible... En fin, una postura forzadísima, bastante rara. En realidad, casi todos los signos de cordura o de personalidad han desaparecido del personaje: no es sólo la forma en que está sentado, o el gesto de las manos, sino también la cabeza, blandamente caída a un lado, los ojos extraviados, la sonrisa vacía...Claro, las diferencias entre los dos Calabacillas son tan aparentes que algunos han pensado que en realidad son dos personas distintas. Pero, incluso si dejamos de lado, las evidencias documentales, que son concluyentes, ¿ por qué van a ser dos personas distintas? Hay más de diez años de diferencia entre un cuadro y otro. ¿Ni es lógico pensar que los dos retratos reflejan dos momentos distintos de la vida de una misma persona? Recuerdo haberle leído a un médico en alguna parte que, por su fisonomía, el Calabacilla del primer retrato, más que un bobo, es un truhán. Nada nos impide imaginarle como a un joven ambicioso, ladino y sin escrúpulos que, para poder gozar de los privilegios que la corte concede a los bufones, finge que está mucho más loco de lo que esta en realidad (lo cual explicaría el énfasis del molinillo, innecesario en un verdadero loco), y que, con el tiempo, acaba desarrollando la locura que fingió durante años y que quizás, incipientemente, ya estaba desde el principio en él. El primer Calabacillas sería, de este modo, un personaje de destino; el segundo, porque vive en el puro presente sin memoria ni proyectos de la locura, un personaje de carácter. Hasta podríamos preguntarnos si lo que Velázquez quiso al pintar esos dos retratos no fue mostrar cómo una misma persona puede sucesivamente ser dos personajes; dos personajes antagónicos,además.


PD. Javier Cercas es un escritor que tiene algo que contar, y lo cuenta bien, que para mi, es lo fundamental. El vientre de la Ballena, Soldado de Salamina, Relatos Reales. Todas, novelas suyas interesantes. Y la que más me gustó, La Velocidad de la Luz.

viernes, 26 de diciembre de 2008

LA VELOCIDAD DE LA LUZ


Acaba de morir el autor teatral HAROLD PINTER, premio nobel de literatura 2005. Y aprovecho para poner algo que leí sobre Pinter, en un libro que me gustó. La velocidad de la luz, de Javier Cercas:




(...) Ya no me acuerdo dónde leí como descubrió su método de escritura Harold Pinter.
Estaba el tipo con su mujer y le dijo:
"Cariño,tengo escritas varias escenas bastante buenas, pero no tienen ninguna relación entre si. ¿Qué hago?".
Y la mujer le contesto: "No te preocupes: tú pégalas todas, que ya se encargaran los criticos de decir lo que significan."
La cosa funcionó la prueba es que no hay ni una sola linea de Pinter que los críticos no entiendan perfectamente.

Dialogos del protagonista de la novela con el padre de Rodney:

(...) Lo que quiero decir es que quien siempre sabe adonde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho.
(...) La gente tiende a creer que muchas explicaciones convencen menos que una sola, me dijo el padre de Rodney. Pero la verdad es que para casi todo hay más de una razón.
(...) "Es usted demasiado joven para tener hijos", me dijo el padre de Rodney cuando nos despedíamos, y no lo he olvidado. No los tenga, porque se arrepentirá. Así es la vida; haga lo que haga, se arrepentirá. Pero déjeme que le diga una cosa: todas las historias de amor son insensatas, porque el amor es una enfermedad; pero tener un hijo es arriesgarse a una historia de amor tan insensata que sólo la muerte es capaz de interrumpir