En la habitación de mi madre había un viejo baúl. Era el baúl mas viejo que había visto en mi vida. Dentro del baúl, debajo de un vestido de novia que nunca se usaba porque era un vestido de novia, y de una cubertería de plata que tampoco se usó nunca porque era un regalo de boda, y debajo de cintas de colores, botones y partidas de nacimiento, debajo de todo había una caja con fotos de familia. Mi madre no permitía que nadie abriera el baúl y tenía la llave escondida debajo de una esquina de la alfombra.
La primavera de aquel año, cuando llegaba del colegio por la tarde me encontraba a mi madre trajinando en la cocina. De tanto trabajar tenia los brazos flácidos y blancos como el yeso seco, el cabello pegado a la cabeza, y los ojos, grandes y tristes, hundidos en las cuencas.
¡la foto!, pensaba yo. ¡Ah, aquella foto del baúl!
Cuando mi madre no miraba, entraba a hurtadillas en su dormitorio, cerraba la puerta y abría el baúl. Allí había muchas fotografías y a mi me gustaba todas, pero había una en especial que mis dedos anhelaban tocar y mis ojos ansiaban ver desde que vi a mi madre de aquella manera: era una foto suya y se la habían hecho una semana antes de que se casara con mi padre
¡Que foto!
(...)La madre que estaba en la cocina en aquellos momentos no era mi madre. No la habría aceptado. Mi madre era aquella otra, la señora de la pamela. ¿Por qué no podía recordar nada de ella? ¿Por qué tenia que ser yo tan pequeño cuando nací? ¿Por qué no puede nacer con catorce años?¿No podía recordar nada ?¿Cómo había envejecido? Acabé convencido de que si alguna vez hubiera visto a mi madre tan hermosa como en la fotografía, le habría pedido inmediatamente que se casara conmigo...
UN SECUESTRO EN LA FAMILIA
EL VINO DE LA JUVENTUD
JOHN FANTE
ANAGRAMA