Mi madre acababa de llevar a la cocina los últimos platos de la cena cuando sonó el timbre. Todos nos levantamos como fieles en misa y corrimos a ver quién era. Mike llegó a la puerta el primero. La abrió de golpe y pegamos la nariz contra él cancel. Al otro lado había un joven uniformado con la gorra en la mano y un telegrama dentro de la gorra.-Telegrama para Maria Toscana- dijo.-¡Un telegrama, papá!-gritó Mike-. ¡Alguien se ha muerto! ¡Alguien se ha muerto! (...)Mi padre y tío Giuseppe fumaban puros en silencio. La muerte era el supremo misterio para ellos y las mujeres se resignaban fervientemente a los designios del Todopoderoso. Pero los hombres se aferraban a los viejos tópicos, tan viejos como la mente del hombre. Como no era hijo de ellos, la muerte del niño no los emocionaba especialmente. Les daba pena que hubiera muerto, pero sólo porque era lo apropiado, así que su dolor era por cortesía y no porque les saliera del corazón...
Cuando pretendes contar lo que sientes sobre una novela, en este caso unos relatos, y no encuentras las palabras adecuadas para invitar a su lectura, a mí, solo me queda el recurso de poner un pequeño fragmento. Los veinte relatos giran alrededor de una familia de emigrantes italianos instalados en Colorado. El hijo mayor es el narrador. Yo creo que John Fante nos cuenta la historia de su familia. Este relato se titula Uno de los nuestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario