Una vez más, ante el retrato de Carlos II por Carreño de Miranda, este niño de enormes ojos melancólicos con quien parece haber jugado todo el mundo como una cosa, y parecen seguir jugando en buena parte los historiadores, habiéndolo convertido en una especie de rata de laboratorio para experimentar sobre él acerca de complejos y resentimientos. Pero es claro que, a esta clase de pobrecillos, los jueces y los juicios de la Historia les tiene al fresco.
José Jiménez Lozano
ADVENIMIENTOS
Carlos II 1675. Oleo sobre lienzo. 201 x 141 cm
P:D: Carreño de Miranda tenía un apellido muy adecuado para un pintor. Además, se pasó toda la vida, de Miranda ¡quién pudiera!