lunes, 25 de enero de 2021

EL CULILLO DE LA VACUNA

ANTES me muero de miedo que saltarme la cola de la vacuna. En mi infancia nos vacunábamos en serie, agujas y jeringuillas, que traía el practicante en una caja metálica, no se tiraban, se reciclaban con fuego y alcohol. Un saludo a los antivacunas.

DE Teruel no es cualquiera es de un cantautor aragonés fallecido recientemente, Joaquín Carbonell: yo nací en un parto sin doctor una noche de vendaval cuando abrí los ojos me inundó un asombro mineral... Yo también nací en un parto sin doctor un diez y seis de Enero en la calle La Playa, tan cerca del Cantábrico, que cuando nací yo nacieron todas las galernas. Según mi madre: el rigor de las desdichas.

MORIR, por lo que no existe, como dijo Malraux, la verdad, no vale la pena.  

EN Asturias compramos jeringuillas en las que no se desaprovecha ni un culillo. Sacamos las seis dosis lo mismo que de una botella de sidra sacamos seis culinos. Tenemos práctica. 

AL Consejero de Sanidad de Andalucía le aprieta el culillo y el de Murcia es todo un ejemplo de hombre hecho a si mismo y partidario de la iniciativa privada. "Me puse la vacuna yo solo"

SEGÚN Franz Schubert no existe música alegre. En la lengua china, el carácter que se utiliza para música significa también alegría. 

WILLIAM Steyron se curó de la depresión escuchando la Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta, op. 53 de Johannes Brahms. Yo estoy con Franz Schubert que no existe música alegre. Después de escuchar la Rapsodia entro en depresión. La rapsodia de Brahms fue un regalo de boda que el compositor le hizo a Robert y Clara Schumann, con letra de Goothe. La rapsodia no curara la depresión pero sin la infertilidad, la pareja tuvo ocho hijos, y eso que Robert Schumann murió a los cuarenta y seis años.

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