El recuerdo aproxima
el agua a nuestros labios, pero el tiempo
no nos deja beber.
Eloy Sánchez Rosillo
La vibración que notan mis oídos ya no es la de la campanilla de esos trineos que se alejan sino, solamente, la del canturreo de mi sangre. Todo está tranquilo, hechizado, encantado por la luna, por ese espejo retrovisor de la fantasía. La nieve es real, sin embargo, y cuando me inclino hacia ella y cojo un puñado, sesenta años se desmenuzan entre mis dedos hasta quedar reducidos a centelleante polvo helado. Sedienta Nostalgia.
Vladimir Nabokov
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