lunes, 10 de noviembre de 2008

LEO


Ricardo Marchini sintió que la hora de la verdad era llegada.
-Vamos, leo-dijo-. tenemos que hablar.
Y se marcharon, calle arriba, los dos. Anduvieron un buen rato por el barrio de Saavedra, dando vueltas, en silencio. Leonardo se atrasaba mucho, como tenía costumbre; y después apuraba el paso para alcanzar a Ricardo, que caminaba con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido.
Al llegar a la plaza, Ricardo se sentó. Tragó saliva. Apretó la cara de Leonardo entre las manos y, mirándole a los ojos, largó el chorro:
_Mirá Leo perdoná que te lo diga pero vos no sos hijo de papá y mamá y es mejor que lo sepas Leo que a vos te recogieron de la calle.
Suspiró hondo.
-Tenía que decírtelo, Leo.
Leonardo había sido encontrado en la basura, cuando estaba recién nacido, pero Ricardo prefirió ahorrarle esos detalles.
Entonces, regresaron a casa.
Ricardo iba silbando.
Leonardo se detenía al pie de sus árboles preferidos, saludaba a los vecinos meneando el rabo y ladraba a la sombra fugitiva de algún gato.
Los vecinos lo querían porque él era marrón y blanco, como el Plantense, el club de fútbol del barrio, que casi nunca ganaba.

Eduardo Galeano

1 comentario:

  1. a bueno.... ,seria Leo , porque sarck , tien guelos, papis ,tios primos , y demas familia , y se yo que llego a casa en una cestina ,con jugetes.....

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