Es el más antiguo de los árboles. Está en el mundo desde la época de los dinosaurios.
Dicen que sus hojas evitan el asma, calman el dolor de cabeza y alivian los achaques de la vejez.
También dicen que el ginkgo es el mejor remedio para la mala memoria. Eso sí que está probado. Cuando la bomba atómica convirtió a la ciudad de Hirosima en un desierto de negrura, un viejo ginkgo cayó fulminado cerca del centro de la explosión. El árbol quedó tan calcinado como el templo budista que el árbol protegía. Tres años después, alguien descubrió que una lucecita verde asomaba en el carbón. El tronco muerto había dado un brote. El árbol renació, abrió sus brazos, floreció.
Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí.
Para que se sepa.
que joya.... habra que plantar unos cuantos de esos , seguro que nos forramos......
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