martes, 27 de diciembre de 2011

DE LA MAR EL RUMOR.

Venus y la luna (puerto de Gijón)


Has de ser la envoltura
del sabio placer, de la fruta,
la fascinante piel, el verdor
del árbol, de la mar el rumor:
la imagen de lo profundo.
(...)
Negocia con locos caprichos
charla con mortales peligros,
y ríete del que se esmera en buscar
lo profundo.

¿Qué trae el buzo
qué emerge de lo profundo?
En la mano, triste barro,
lo único que brinda aquel mundo.
Nada disfruta de la magia
de los destellos del agua,
abajo gime, trastabilla encadenado,
le pesan los guantes,
los grandes ojos de vidrio
contemplan serios y fríos
(...)
Has de ser vacío y liviano,
liviano y siempre juguetón,
vidente, pero visible de lejos,
con la seda de un centenar de palabras
ardientes, como la bandera,
o la pompa de jabón, arriba
entre los vientos, en el cielo,
y vivir mientras lo haga el alma,
la belleza o los caprichos,
porque yo también-lo juro por Dios-
solo viviré hasta entonces.

Ve a flotar sobre lo profundo
envuelto en colores sutiles:
se como la nada, tú
el todo.

Dezsö Kosztolányi
La canción de Kornel Estí

Kosztolányi escribía una pequeña obra maestra a diario porque tenía que mantenerse. Su esfuerzo no le brindaba mayores lujos, pero era suficiente para ganarse el pan de cada día (...)Todo lo que escribía así , de paso, con rapidez, era invariablemente perfecto; no sólo lo obligaba a ser perfecto un impulso grandioso, también la competencia diaria que le impedía mostrar cansancio o debilidad (...) Y aún más importante, también deseaba que lo esperaran los lectores. Los lectores que no tenían rostro pero que existían, los lectores de calidad que respondían bien si se les dirigía la palabra bien. Solo los escritores de pacotilla piensan que el secreto del éxito reside en rebajarse al nivel de sus lectores. Kosztolányi,  como todos los buenos escritores, intentaba elevarse al nivel de sus buenos lectores.
¡Tierra, Tierra!
Sándor Márai

sábado, 24 de diciembre de 2011

SOY EL HUÉSPED DEL TIEMPO




Soy el huésped del tiempo, soy, Señor, caminante
que se borra en el bosque y en la sombra tropieza,
tapado por la nieve lenta de cada instante,
mientras busco el camino que no acaba ni empieza...

Leopoldo Panero

En una ocasión, en mis años de estudiante en París, fui con un amigo al apartamento de un constructor de arcos (de violín). Era el último piso de un bloque por la zona de la Gare du Nord. Al entrar, vi a la derecha unos tablones sin cepillar apoyados con mucho cuidado. "Toda esta madera-pregunte-,¿ La va a convertir usted en arcos?" "No yo-respondió-,mi hijo; esta madera todavía tiene que secarse". Me causó impresión esa conciencia de continuidad. Cuántos saben esperar a que se seque la madera.

Yorgos Seferis

- Por una cabeza

jueves, 22 de diciembre de 2011

NICOLÁS II y JORGE V O JORGE V Y NICOLÁS II





Nicolás II y Jorge V eran primos y se parecían tanto que ni los miembros  de su séquito eran capaces de distinguirlos el día que los dos soberanos se intercambiaban uniformes. 
Nicolás II tenía la personalidad " de un coronel de la guardia común y corriente de buena familia" afable pero absolutamente ineficiente e iluso. El emperador carecía de carácter y estaba dominado por su mujer, Alexandra Ferdorovina que era alemana. 
Según Sergéi Witte Nicolás II no se parecía en nada a su padre; "está bien educado, siempre viste de punta en blanco y nunca usa un lenguaje rudo, eso es lo más amable que se puede decir del soberano".
En cambio  se sentía el padre del sentimiento ruso, el guardián por gracia divina del alma eslava, un alma que estaba dispuesto a a defender contra los efectos corrosivos de la modernidad y los insolentes desafíos liberales. Aunque de eslavo probablemente tuviera poco, pues según los rumores, su antepasada Catalina la Grande no había concebido a su hijo Pablo con su marido, sino  con uno de la lista de sus muchos amantes.
Jorge V fue el abuelo de la reina de Inglaterra Isabel II. Y a su vez nieto de la reina Victoria de Inglaterra.

Visión del fondo del mar 
Rafael Argullol

martes, 20 de diciembre de 2011

TOULOUSE LAUTREC

Lautrec es tan bajito que da vértigo.

Toulouse Lautrec: Un pequeño herrero con monóculo. Un bolsito con compartimento doble en el que mete sus pobres piernas. Labios gruesos y manos como las que dibuja, con dedos separados y huesudos, pulgares aplastados. A menudo habla de hombres bajitos, como diciendo: "Yo no soy tan pequeño".
Su pequeñez da lástima, pero lo ves muy vivo, muy amable, con un gruñido que separa sus frases y levanta los labios, como el viento la gatera de una puerta.

Ayer, en casa de Lautrec con Tristan Bernard. De una calle donde llovía a cántaros pasé a un estudio de un calor asfixiante. El pequeño Lautrec nos abre la puerta en mangas de camisa, con los pantalones caídos y cubierto con un gorro de panadero. Lo primero que veo, al fondo, sobre un sofá, son dos mujeres desnudas: una muestra el vientre, la otra el trasero.
-Si está trabajando no queremos interrumpirle- dice Bernard.
-Ya habíamos terminado-dice Lautrec-. Vístanse, señoritas.
Y va a buscar una moneda de diez francos que deja sobre la mesa. 
Ellas se  visten apenas cubiertas tras las telas, y de vez en cuando arriesgo una mirada, sin lograr verlas bien; y todo el rato siento en mis ojos parpadeantes su mirada retadora. Finalmente se van. He visto muslos mates, flaccideces, cabellos rojos, pelos amarillos.
Lautrec nos enseña su estudio de casa de citas y sus obras de juventud: enseguida se decidió por lo atrevido y lo feo. Me parece, más que nada, un hombre con curiosidad artística. No estoy seguro de que lo que hace esté bien, pero se que le gusta lo raro, que es un artista. Este hombrecito que llama a su bastón "mi bastoncito", que si duda sufre por su estatura, merece, por su sensibilidad, tener talento.
Toulouse Lautrec, es propietario de un convento y anda continuamente entre el convento y el burdel, donde tiene su estudio.

DIARIO
Jules Renard
1887-1910

lunes, 19 de diciembre de 2011

CONTRAPUNTO




La escucho aún lejana, la nieve.
Va a llegar un  día con la luz de noviembre,
antes pasará por tus labios.
Y serás condescendiente,
hasta el punto de indicarle el camino
más largo,
el que lleva al bosque donde
te tomé de la mano
sin valor para acercarla a la boca.
La nieve tiene ese lado acogedor
de farol en la oscuridad.
Antes de enterrarnos el corazón.

Eugénio de Andrade


AGUIRRE EL MAGNÍFICO


Novela amena y de lectura agradable, llena de anécdotas y de datos desconocidos para el lector. Como la tradición de la monarquía española de regalar a la Casa de Alba el uniforme que ha llevado el rey en el acto de su coronación o en el del juramento de la Constitución. Jesús Aguirre también sacó de un armario el vestido que había lucido la reina María Luisa de Parma en su boda con  Carlos IV.  Por no salir del armario Jesús Aguirre sufrio el destierro de  Cayetana cuando fue sorprendido en actitud más que cariñosa con un jardinero de palacio. "El jardinero fue sulfatado con el pulgón del rosal y a Jesús su señora lo mandó al exilio, un castigo que cumplió en el hotel Melia Princesa frente a Liria".

En una tabla al pie de la cajoneras se alineaban varias docenas de zapatos, podían ser cincuenta o cien, entre ellos algunos de terciopelo en forma de botines de media caña como los que calzaban los pajes de Lorenzo el Magnífico en Florencia, según aparecen en el cuadro de Gozzoli El Cortejo de los Reyes. Eran los zapatos del padre de Cayetana, que fue embajador en Londres, al que Jesús llamaba su suegro con absoluto desparpajo. Abrió el primer armario y apareció un mono color azul mahón desgastado. "Jacobo, mi suegro, el embajador, era muy elegante. En Londres, durante la guerra, en la embajada cenaba siempre con esmoquin. Cuando empezaba el bombardeo, los famosos V-2, entraba el mayordomo, le ayudaba a quitarse el esmoquin y le ponía este mono de obrero por si se desplomaba el techo, le cubría la cabeza con un casco de acero y seguía cenando como si nada. A veces me visto con este mono para escribir los artículos de El País.

 En la Casa de Alba no sentó muy bien el libro y en especial, la parte en la que se cuenta como  Jesús Aguirre se encontraba solo en el palacio de Liria en el momento de su muerte el once de Mayo de 2001. Cayetena mientras tanto estaba en Sevilla entregando un premio a Curro Romero.
Algo parecido a lo que  hizo Jesús Aguirrre cuando murió su madre Carmen Aguirre y Ortiz de Zárate:

La madre de  Jesús Aguirre había pasado unos años recluida en una residencia de ancianos de la calle Cid, en Madrid. Nunca había ido a verla, ni siquiera cuando la operaron al quedarse casi ciega. Había muerto de cancer en la clinica Ruber hacia mitad de los años ochenta. Le llamaron del diario el País para poner una esquela, pero él se había negado. Quería que su muerte pasara inadvertida para la prensa. El médico Caba, que la había asistido en toda su enfermedad, le paso una minuta de 110.000 pesetas. La mujer del médico, Anne- Marie, tuvo que ir a cobrala directament a Liria después de varios intentos inútiles. Ya con el sobre en la mano, fue despedida por la puerta de servicio.

También se cuenta un hecho acaecido en casa de Gonzalo Torrente Ballester, donde estaban reunidos algunos escritores de la generación del 36; Ridruejo, Lain Entrealgo, Luis Rosales, Juan García Hortelano y Camilo José Cela.


En la habitación del hijo de Gonzalo Torrente Ballester, debajo de la cama aparecieron dos candelabros de plata y un copón de oro lleno de hostias...Hay que llamar al padre Aguirre exclamó Ridruejo, es el único que tiene tablas para solventar este asunto. Camilo José Cela dio su parecer: "¡Qué coño, ése ya no es cura!". Otros protestaron. "¿Cómo que no?" algún resabio le quedará.
(...)Aguirre reclamó la atención de los presentes y con la voz debidamente engolada pronunció con autoridad estas palabras:" "La santa madre Iglesia, en un canon, que en este momento ya  no recuerdo, dice que cuando se encuentran unas obleas fuera del sagrario, en caso de duda se considerará que están consagradas, así que procedamos como Dios manda". A continuación pidió a todos los presente que se arrodillaran porque iba a darles la comunión y todos consternados así lo hicieron, pero dado que en el copón había más de trescientas hostias les advirtió que no iba a ofrecérsela una a una, sino en pequeñós tacos para abreviar.
Toda la generación del 36 se arrodilló sobre las baldosa. Toda excepto García Hortelano, que permaneció repantigado en un sofá con el gin tonic en la mano, así que cuan el taco de sagradas formas llegaba a su altura, García Hortelano se limitaba a decir: "paso, padre". Tampoco Camilo José Cela desaprovechó la ocasión de soltar la inevitable blasfemia: "Aunque estén consagradas me gustaría tomarme estas hostias con un poco de mistela y mermelada". El Pintor Zabaleta tuvo que ser abanicado por el padre Aguirre debido a una congestión que le dio al atragantarse. Probablemente fue ésta la última ceremonia en que Jesús Aguirre ejerció el ministerio sacerdotal.

domingo, 18 de diciembre de 2011

ROBERT KOCH Y LOUIS PASTEUR

ROBERT KOCH

Pettenhoffer fue un médico que combatió de un modo vehemente los estudios sobre la acción patógena de las bacterias. Cuando Koch descubrió  la bacteria Vibrio Cholerae, Pettenhoffer se bebió una probeta entera llena de esos desagradables gérmenes durante una demostración pública tratando de demostrar que los bacteriólogos, con Koch a la cabeza, eran unos mitómanos peligrosos. La singular grandeza de esta anécdota radica en el hecho de que no le pasó nada. Conservó su salud y hasta el último de sus días pregonó burlonamente que tenía razón. Por qué no enfermó, continúa siendo un misterio para la medicina. Pero no para la psicología. A veces aparecen personas con una resistencia excepcionalmente vigorosa a los hechos evidentes.

Wislawa Szymborska
Lecturas no obligatorias




LOUIS PASTEUR

Pasteur se presenta en casa de la señora viuda de Boucicaut, la propietaria de los almacenes Bon Marché, duda en recibirle.
Es un señor viejo dice la criada.
¿Es el Pasteur de los perros rabiosos?
La criada va a preguntar.
Sí dice Pasteur. Entra. Explica que va a fundar un instituto. Poco a poco se anima, se hace claro, elocuente. "Por eso me he impuesto el deber de molestar a persona caritativas como usted. El más humilde óbolo..."
¡Pero por supuesto!, dice la señora Boucicaut, tan incómoda como Pasteur.Siguen unas palabras insignificantes. Ella coge un talonario, firma un cheque y se lo entrega doblado a Pasteur.
¡Gracias señora! Es usted muy amable. Lanza una mirada al cheque y se echa a llorar. Ella llora con él. El cheque era de un millón de francos.
Jules Renard
Diarios

sábado, 17 de diciembre de 2011

EL SABROSO OFICIO DEL DULCE MIRAR


"William Turner estaba en cierta ocasión dibujando unos barcos al atardecer,  a unas dos millas del puerto de Plymouth; estaba a contraluz. Le enseñó el dibujo a un oficial de marina. El oficial observó que los barcos no tenían portillas. "No -dijo el pintor-, desde esta distancia y con esta luz, como usted puede comprender, no se distingue portilla alguna". "De acuerdo-dijo el oficial-, pero usted sabe que los barcos tiene portillas". Claro-dijo Turner-, pero mi trabajo consiste en pintar lo que veo, no lo que sé"
John Ruskin

Cuantos buscan portillas donde no se ven, porque saben que están ahí. (Yorgos Seferis)

El sabroso oficio
del dulce mirar..

Luis de Góngora y Argote

jueves, 15 de diciembre de 2011

EL SANTUARIO DEL CUERPO


Aquí
en el cuerpo.
están los sagrados ríos Yamuna y Ganges
aquí están Pragayá y Benarés
el Sol y la Luna.

En mis peregrinaciones
he visitado muchos santuarios
pero ninguno más santo
que el de mi cuerpo.

SAHÂRA

miércoles, 14 de diciembre de 2011

JARDINES AJENOS (BIOY CASARES)


-Un peatón a otro, que procura detenerlo para saludarlo; "Lo siento, Conklin, estoy en mi camino de la cuna a la sepultura y no tengo tiempo para intercambiar cortesías

-Cuando tomaba prisioneros, (monsieur de Vaubecorurt) los hacía matar por su hijo-que apenas tenía diez años-, para acostumbrarlo desde temprana edad a la sangre y a la matanza.

Al enterarse de su muerte, alguien dijo de Matthew Arnold:
"Pobre Arnold. No le gustará Dios".

-Todos somos colegas en el molesto oficio de ir viviendo.
Barbara Pym

- Tennyson, sobre el matrimonio Carlyle: "no podía estar de acuerdo en que los Carlyle nunca deberían haberse casado, ya que, de ser así, cada uno de ellos habría desposado a un tercero, con lo que habría habido cuatro personas desgraciada en lugas de dos".
Chesterton,Browning

-Lo que excusa a Dios, es que no existe. (Stendhal)

Qué bonito está Macario
en su caballo jovero.
Nunca robaba a los pobres,
antes les daba dinero.

Dame el alma que te di
que pedirla no es ofensa
porque no quiero que esté
donde no hay correspondencia.

-De tanto andar entre vivos estoy hecho un pesimista

El mundo material es una ficción; pero cualquier otro mundo es una pesadilla. (Santayana, Letters)

¡Qué galán entró Vergel
con cintillo de diamantes!
Diamantes que fueron antes
de amantes de su mujer.
Conde de Villamediana, "A Vergel entrando en la plaza de Toros"

No hay oficio menos pulcro
que el oficio de vivir.
Almafuerte

Ultimas palabras de Madame Louise (tía de Luis XVI): "Cochero, a todo galope, ¡al cielo!"
(Contado por Luis XVI)

En sus diarios, Bioy cuenta el funeral de la novelista María Luisa Levinson. Colocaron su cuerpo en el ataúd cerrado con una ventanita. Alguien señaló que tenía el rostro cubierto con páginas impresas. Su hija explicó: "pusimos adentro del cajón ejemplares de La Nación, La Prensa y Clarín, por si en un día lejano lo abren sepan por las necrológicas quién está ahí".

Amanece, pero la mañana no restaura
lo que hemos perdido. No veo pecado:
el mal está mezclado. En la tragedia de la vida,
bien lo sabe Dios, ¡no se necesitan malvados!
Las pasiones empujan la trama;
nos traiciona la falsedad que llevamos dentro.

Geroge Meredith en Amor moderno


Borrell el farmaceutico
Se decía hace años que el farmacéutico de la Puerta del Sol, de los más acreditados de Madrid, y que vivia en el piso bajo, encima de su farmacia, cuando estaba enfermo y en la cama, decía a sus parientes con insistencia:"¡Cuidado! De lo de abajo, nada".

Fernando VII
Como se sabe Fernando VII, aconsejado por los médicos, llevó a su mujer, la reina María Amelia, al balneario de la Isabela, par ver si tenía descendencia.
Había salido de Sacedón una tarde de agosto de calor sofocante. La reina iba en coche, y  los palaciegos y el rey, a pie.
El tiempo era pesado,de bochorno. Fernando VII dijo, de mal humor: "De aquí vamos a salir todos preñados..., menos la reina.