Venus y la luna (puerto de Gijón) |
Has de ser la envoltura
del sabio placer, de la fruta,
la fascinante piel, el verdor
del árbol, de la mar el rumor:
la imagen de lo profundo.
(...)
Negocia con locos caprichos
charla con mortales peligros,
y ríete del que se esmera en buscar
lo profundo.
¿Qué trae el buzo
qué emerge de lo profundo?
En la mano, triste barro,
lo único que brinda aquel mundo.
Nada disfruta de la magia
de los destellos del agua,
abajo gime, trastabilla encadenado,
le pesan los guantes,
los grandes ojos de vidrio
contemplan serios y fríos
(...)
Has de ser vacío y liviano,
liviano y siempre juguetón,
vidente, pero visible de lejos,
con la seda de un centenar de palabras
ardientes, como la bandera,
o la pompa de jabón, arriba
entre los vientos, en el cielo,
y vivir mientras lo haga el alma,
la belleza o los caprichos,
porque yo también-lo juro por Dios-
solo viviré hasta entonces.
Ve a flotar sobre lo profundo
envuelto en colores sutiles:
se como la nada, tú
el todo.
Dezsö Kosztolányi
La canción de Kornel Estí
Kosztolányi escribía una pequeña obra maestra a diario porque tenía que mantenerse. Su esfuerzo no le brindaba mayores lujos, pero era suficiente para ganarse el pan de cada día (...)Todo lo que escribía así , de paso, con rapidez, era invariablemente perfecto; no sólo lo obligaba a ser perfecto un impulso grandioso, también la competencia diaria que le impedía mostrar cansancio o debilidad (...) Y aún más importante, también deseaba que lo esperaran los lectores. Los lectores que no tenían rostro pero que existían, los lectores de calidad que respondían bien si se les dirigía la palabra bien. Solo los escritores de pacotilla piensan que el secreto del éxito reside en rebajarse al nivel de sus lectores. Kosztolányi, como todos los buenos escritores, intentaba elevarse al nivel de sus buenos lectores.
¡Tierra, Tierra!
Sándor Márai
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