ALGO VA MAL
TONY JUDT
TAURUS
"Un valeroso manifiesto: una declaración de principios progresistas, una vindicación de la legitimidad de lo público y de lo universal como valores de la izquierda"
Antonio Muñoz Molina
En Agosto de 2010 murió el historiador británico Tony Judet, los dos últimos años de vida estuvo afectado por una esclerosis lateral amiotrófica. Paralizado ya por la enfermedad comenzó este ensayo que ahora podemos leer en español.
En 2005, el 21,2 por ciento de la renta nacional estadounidense estaba en manos de sólo el 1 por ciento de la población.
En Suecia o Finlandia, dos de los países más ricos del mundo en cuanto a su renta per cápita o su PIB, la distancia que separa a sus ciudadanos más ricos de los más pobres es muy pequeña, y siempre están a la cabeza de los índices de bienestar.
Por el contrario, Estados Unidos, pese a su gran riqueza agregada, siempre figura abajo en esos indices. Estados Unidos gasta grandes sumas de dinero en sanidad, pero su esperanza de vida sigue estando por debajo de la de Bosnia y sólo es un poco mejor que la de Albania.
Preferirían que su esposa o su hija tuviera las mismas probabilidades de sobrevivir a la maternidad que las mujeres de los demás países avanzados. Les gustaría disfrutar de una cobertura médica completa más barata, una esperanza de vida más larga mejores servicios públicos y menos delincuencia.Cuando se les dice que todo eso existe en Europa occidental, muchos estadounidenses responden: "¡Pero allí tiene socialismo! No queremos que el estado se inmiscuya en nuestros asuntos. Y sobretodo no queremos pagar más impuestos.
En Estados Unidos los impuestos se suelen considerar una perdida de renta sin compensación. Rara vez se considera la idea de que, también, podrían ser una aportación a la provisión de bienes colectivos que los individuos aislados no podrían permitirse nunca (carreteras, bomberos, policías,colegios,farolas, oficinas de Correos, por no mencionas soldados, barcos de guerra y armas).
La mayor parte de la población pensaba que una redistribución moderada de la riqueza, que eliminase los extremos de ricos y pobres, beneficiaría a todos. Condorcet había observado sabiamente que " al tesoro siempre le resultará más barato mejorar las condiciones de los pobres para que puedan comprar grano que bajar el precio del grano para ponerlo al alcance de los pobres". En 1960 esta tesis se había convertido de facto en la política de gobierno en todos los países.
En cambio hoy hemos vuelto a las actitudes de nuestros antepasados del comienzo d el era victoriana. Solo hay que escuchar las explicaciones del Bill Clinton o Margart Thatcher: sería un disparate hacer universal los beneficios del bienestar para todos los que lo necesitan. Si los trabajadores no están desesperados para que van a trabajar. Además así se conseguiría la disminución de los salarios y los costes de las empresas.
Cuando pagamos impuestos, damos muchas cosas por supuestas sobre nuestros conciudadanos. En primer lugar, también suponemos que ellos van a pagar impuestos; de lo contrario, pensaríamos que la nuestra es una carga injusta y acabaríamos dejando de pagar. Segundo, confiamos en que aquellos a los que hemos dado un poder temporal sobre nosotros recauden el dinero y lo gasten de forma responsable.
En Gran Bretaña, los recién privatizados grupos de Hospitales del Servicio Nacional de la Salud quiebran periódicamente: casi siempre porque se insta a que generen todos los beneficios posibles, pero se les prohíbe cobrar lo que el mercado puede soportar. Entonces los Trusts de hospitales (como el Metro de Londres, cuyo PPP se hundió en 2007) acuden al gobierno para que se haga cargo de la factura. Cuando ocurre en serie-como pasó con los ferrocarriles privatizados-, el efecto es una paulatina renacionalización de facto, pero sin ninguna de las ventajas del control público.
Entregar la propiedad a los empresarios permite al Estado desentenderse de sus obligaciones morales. Esto fue deliberado: en el Reino Unido, entre 1979 y 1996 (es decir, durante los años de Thatcher y Mayor), la proporción del sector privado de servicios personales subcontratados por el gobierno ascendió del 11 al 34 por ciento, correspondiendo el incremento mayor al cuidado residencial de personas mayores niños y enfermos mentales. Los recién privatizados hogares y centros de atención lógicamente redujeron la calidad del servicio para aumentar los beneficios de un puñado de accionistas y empresarios. Mientras que los activos bancarios como porcentaje de PIB habían permanecido constantes en torno al 70 por ciento desde la década de 1880 hasta comienzos de la de 1970, en 2005 superaba el 500 por ciento. A medida que crecía la riqueza agregada, aumentaba la pobreza de la mayoría de las regiones fuera de Londres y al norte del río Trent
Las elecciones al Parlamento, al Senado y a la Asamblea Nacional siguen siendo nuestro único medio de convertir la opinión pública en acción colectiva dentro de la ley. Así que los jóvenes no deben perder la fe en nuestras instituciones políticas.
La reacción contra los mercados financieros no regulados- y las ganancias grotescas desproporcionadas de unos pocos en comparación con la perdidas de tantos- han obligado al Estado a intervenir en todas partes. Pero desde 1989 habíamos estado congratulandonos de la derrota última del todo poderoso Estado y, por lo tanto, no estamos en condiciones de explicarnos por qué y para qué es necesaria la intervención.
El llamado milagro económico de Irlanda consistió en un régimen no regulado de bajos impuesto, que como era de esperar, atrajo la inversión y el dinero caliente. La inevitable caída en los ingresos público se compensó con fondos de la denostada Unión Europea, aportados sobre todo por las presuntamente ineptas "viejas" economías de Alemania, Francia y Países Bajos. Cuando el grupo de Wall Street se desmoronó, la burbuja irlandesa estalló. Y va a tardar en hincharse otra vez.