martes, 14 de diciembre de 2021

EL VINO ALEGRA EL CORAZÓN


La semana pasada murió D. que se pasó la vida entre humo de tabaco y vino. Morir a los ochenta años, en el caso de D, fue vivir por encima de sus posibilidades. Cuando llegaba a LL. Z. sacaba el cartón de Don Simón. La cocina, entre él y A, se llenaba de fumata blanca, había que encender las luces antiniebla. 

La palabra "punto filipino" procede de cuando a los calaveras se les mandaba a las posesiones de ultramar para apaciguar sus excesos. Por ejemplo, Manila. 

Ahora que lo pienso, a Jaime Gil de Biedma lo mandaron a Manila como abogado de la Compañía de Tabacos de Filipinas. A lo mejor pretendían curarle la homosexualidad. Pues si esa era la intención no lo consiguieron.

Los miembros de la Familia Real Española siempre fueron muy deportistas. En Balonmano tuvieron un manos ligeras, en Vela el Príncipe aguantó el palo de la bandera, la princesa practicó el salto de obstáculos y el Emérito la caza, mayor y menor.  El primer deportista Real fue Alfonso XIII al que le gustaba la velocidad. Antonio Maura que le reprochó tales excesos fue apartado del Consejo de Ministros.   

Con Felipe II nuestros universitarios no hubieran podido irse de Erasmus. En el año 1559 prohibió a todo español, bajo pena de muerte, estudiar fuera de España sino era en Bolonia, Roma, Napoles o Coimbra.

Los poetas dicen que el vino alegra el corazón del hombre; los médicos nos dicen que es cardiosaludable. Sin dudad la ciencia nos confirma lo que la poesía ya sabía mucho tiempo atrás. Comimos y bebimos (notas de cocina). Ignacio Peyró.

Después de cien días lloviendo, solo hubo treinta que no llovió, salió el sol. En Gijón, los  caracoles sacaron los cuernos al sol y los chicos al Tostaderu. En lugar de paloma con una hoja de olivo en el pico, en el Tostaderu, apareció una gaviota con un pollo a la Pantoja en la boca.



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