martes, 14 de abril de 2020

LA PESTE

HOY se cumplen treinta y un días desde que se inició el aislamiento. Durante este tiempo me estoy perdiendo la floración de la jara, el brezo, los manzanos y cerezos. El olor del espino blanco, el canto del malvís y la curruca, el arrullo de los mirlos, el tamborileo de los picos picapinos, la llegada las golondrinas, el colirrojo real y el cuquiellu; el espléndido canto del chochín entre el revuelo de petirrojos, carboneros y herrerillos.

UN tal Agustín De la Fuente "doctor" escribe en Twitter ": me estoy pensando si vale la pena salvar a estos rojos de la enfermedad...". Josef Mengele asesinó a miles de personas por ser judíos. Ni siquiera se lo pensó. Cuando el hijo de Mengele, horrorizado por los crímenes de su padre, le preguntó si no sentía remordimiento, éste le contestó: "la piedad no es una categoria valida". 

"EL mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad. Los hombres son más buenos que malos y a decir verdad ignoran, más o menos, y a esto se le llama virtud o vicio, el  más desesperado, el de la ignorancia". LA PESTE (Albert Camús)

MAÑANA voy a hacer la compra semanal y estrenaré una de las mascarillas de M. La voy a poner más por vergüenza que por miedo al contagio. Después de treinta días fisgando desde mi ventana veo más hombre que mujeres paseando bolsas y carritos. Casi siempre plegados. Si me tienen que identificar que sea por huella dactilar. Desde que nacemos hasta que morimos la huella dactilar permanece invariable, es un signo de distinción, incluso entre hermanos gemelos.

HAY dos tipos de hacer periodismo que siempre han convivido, también hoy, desde la discrepancia. El de hacer que pasen cosas y el de explicar cosas que pasan. Me quedo con la segunda.  (Lluis Foix) 

APROVECHO el retiro espiritual para releer a uno de los escritores menos conocidos, Faustino González Aller. Onceno Mandamiento es una novela autobiográfica y, sin duda, la novela de Gijón. Sabemos por el libro que durante la revolución de octubre del treinta y cuatro la gente de orden estaba protegida por las parejas de moros que paseaban por la ciudad, fajas rojas y azules, turbantes, unos calzones de culera de almohadón "para guardar dedos con anillos- decía la gente en voz baja- muelas de oro, diademas de virgenes, estatuillas de santos, con la tetera y la bola de marfil".


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