En Otra vida por vivir Theodor Kallifatides se confiesa. Theodor llegó a Suecia, procedente de Grecia, con veinticinco años, se casó con una nativa adoptando la lengua de su país de acogida para escribir sus libros. La escritura está, sí, dentro de nuestra cabeza, pero también alrededor de nosotros, en el olor a café, en la luz de las lamparas. En este libro vuelve a Grecia y a su lengua materna. Yo quería que todo siguiera como antes. Ese es uno de los dramas del expatriado. Sueña con volver a lo que dejó. Pero eso ya no existe más que en su empañada memoria. No se puede volver. La vida solo es un viaje de ida. A mis veinticinco años, cuando me pregunté cómo viviría mi vida, la respuesta fue " yéndome". A los setenta y siete la pregunta volvió. ¿Cómo viviría la vida que me queda? Y la respuesta era cada vez con más frecuencia, "volviendo" . Uno, ahora sabe que volver es abrir una ventana y que se puede disfrutar de la vida más que cuando era joven. Una vida por vivir es un maravilloso libro y no tengo más que decir, bueno sí, leerlo, solo son ciento cincuenta y tres páginas: "Cuando lleguen al final del camino, entonces continúen de frente". Esta frase fue la respuesta que le dio una mujer al escritor cuando le preguntó por un lugar y que éste no olvidará jamás.
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