Comencé este diario el 16 de enero
y lo terminé el 16 de mayo de 2015.
Sólo unos días de primavera
nos fueron concedidos, por tanto;
son los recuerdos de nuestro
último invierno en Nueva York.
Elvira Lindo
Once años en la ciudad dan para mucho. El libro es delicioso, entre otras cosas, gracias a la escritora. Escribe como habla. Deliciosa. En este diario, Elvira Lindo, nos lleva de la mano a conocer el Nueva York de los que viven en la ciudad. Hoy Nueva York es una ciudad más vulgar, feudo de los ricos, difícil para la clase media, inalcanzable para los pobres. En ella se alcanza la maestría en ignorar la presencia del otro. Solo por amor se pueden aguantar once años en Nueva York con insomnio y ratones domésticos. Contra el insomnio: La fe y contra los ratones, el botafumeiro. Una ciudad de millones de habitantes que viven su soledad en compañía. Duros inviernos en los que echas de menos a los tuyos. De pronto una de ellas, Lole, se ve viviendo aquí. Y yo le digo que no. Que no. Es imposible reproducir en esta ciudad la cadencia de la vida malagueña, es disfrutar a diario de placeres que van más allá del dinero que se tenga, que están relacionados con el tiempo del que se dispone, con la luz y la temperatura, con el cobijo familiar, con la importancia que se le conde a la conversación, al paseo, con la seguridad de no saberse solo, tener un respaldo y reservar a diario un rato par los amigos; un catálogo de pequeños saberes que conforman un hedonismo al alcance de un pueblo que fue pobre. Elvira Lindo recoge en más de sesenta fotos escenas de la ciudad.
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