La cara es la parte visible de nuestro reloj biológico. Cuando nacemos tenemos una cara, a los cuarenta otra y a los sesenta el tiempo comienza a vivir entre costuras. Para atrasar el reloj del tiempo sustituimos las pinzas, llaves y punzones de relojero por las agujas e hilos del cirujano y así conseguimos una hora menos en Canarias. María Teresa Fernández de la Vega reapareció en la boda del Hijo de Lara con jet lag. Venia de Nuevos Aires. En el combate que mantuvo con el tiempo por tierra, mar y aire dejó arrugas, canas y pelillos a la mar, y, perdió lo más importante, la marca del tiempo. Quién se acordaría hoy de los dinosaurios si no hubieran dejado la huella. La alegría, la tristeza, la sonrisa, las lagrimas y el paso del tiempo son las huellas que forman las señas de identidad de nuestra cara. María Teresa si que besa, o mejor dicho, besaba, borró de su cara lo que tantos años se tarda en conseguir, una identidad propia. Con su cara inexpresiva, en la boda, los camareros la confundieron con Carmen de Mairena y encima, tenia caducado el DNI. La derecha sabe cambiar mejor de imagen: se afeita el bigote.
El de atrás ye el ventrílocuo |
Bueno, ¡arregla estooooo!. Lo único que hice, después de escribir el primeru, fúe: ¡Tratar de salir del blog que no podia!
ResponderEliminarAl final lo que hice queriendo arreglarlo fue quitarte el comentario primero. Pero bueno ya me entere que hay que envejecer con dignidad
Eliminar