"Éste es el gran teatro de la vida. La entrada es gratuita, pero el tributo mortal. Usted viene cuando quiere y se va cuando debe. La sesión es continua. Buenas noches".
Esa es una de las crueldades del teatro de la vida: todos pensamos que somos protagonistas, y cuando se hace evidente que somos simples personajes secundarios o figurantes, raramente lo reconocemos.
El quinto en discordia
Robertson Davies
(...)Lo que de allí resultó fue un buen caso de sarampión, que me puso a un palmo de las puertas de la muerte. Me llevó hasta donde dejé de sentir ningún interés por nada, lo que resultó ser de lo más placido, tranquilo, dulce, delicioso y encantador. Nunca he disfrutado nada en mi vida más, que estar muriéndome. Porque en efecto, me moría. Ya se había avisado a la familia y todos venían a reunirse alrededor de mi cama para verme partir. Yo los conocía a todos. No había la menor duda en lo que veía. Todos lloraban, pero aquello no me afectaba en absoluto. Yo no me tomaba ningún interés y eso porque sabia que era el centro de atención emocional y aquello me gratificaba y me envanecía un poco.
Cuando el doctor Cunningham se hubo convencido de que nada se podía hacer ya por mí, me aplicó bolsas de ceniza caliente. Me las puso en el pecho, en las muñecas, en los tobillos. Y eso, para enorme sorpresa suya-y sin dudad para desilusión mía-me devolvió a este mundo y me puso en marcha una vez más.
Autobiografía
Mark Twain
"Tenía miedo y no sabía por qué, lo que sin dudada es la pero categoría del miedo. Solo hay una cosa que debes recordar, pase lo que pase: tener miedo no hace ningún bien (Robertson Davies)
En el año 1845 cuando Mark Twain tenía diez año se declaró una epidemia de sarampión, lo que costó la vida a muchos niños del pueblo de Hannibal en Missouri. Mark sufrió tal zozobra por estar continuamente bajo la amenaza de la muerte que decidió meterse en la cama de Will Bowen y coger el sarampión de una vez.
Mark Twain en realidad se llamaba Samuel Langhorne Clemens. Cuando empezó a escribir una carta semanal al periódico Entrerprise las firmaba utilizando la frase que gritaba el sondeador del Mississippi al medir la profundidad segura para el barco: "Mark Twain", es decir, dos brazas o doce pies.
Pues si, a veces una quisiera "coger" el sarampión para dejar de "sentir"....¿miedo?.
ResponderEliminarFoto: preciosa.
¿Quién tiene miedo? ¡Aupa Sporting!
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