LAS abuelas vivían de puntillas
por temor a que el tiempo las oyese,
y abrían un armario color rubio
lleno de cabos sueltos del pasado:
estampas de primera comunión,
descoloridas cintas, lanas tristes
en pequeñas pelotas,
y evaporados frascos de perfume
que olían asfixiantes
a algo perdido, irreparable y bello.
Sonreían al aire. En el espacio
sin misterio de aquella habitación
sus ojos se poblaban de fantasmas.
Carlos Pujol
Conversación
1998
Pura verdad, real y profunda consideraciòn.
ResponderEliminarVeo que te gustó.
EliminarUn saludo