"El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible" Oscar Wilde
En Grecia hay 9.000 jubilados con más de 100 años. En España con una población cuatro veces la griega hay 7.190. Según la ministra de trabajo griega Luka Katselie, 4.500 familias siguen cobrando la pensión por alguien de cuya muerte no han informado. Luka se reunió con familiares de los fallecidos para informarles que sus parientes (RIP) solo podrán concursar a funcionarios del cielo, si presentan un certificado de defunción en la tierra.
En el cielo hay plazas para acomodador de nubes, conserje de la vía Láctea, secretario de juicio final, abogado del diablo, ángel (con alas y sin alas), y también para Santo. Esta plaza tiene como requisito indispensable haber hecho algún milagro. Quedan excluidos los siguientes:
Llegar a fin de mes.
Haber pagado la hipoteca antes de la jubilación.
Ser el cirujano plástico de Belén Esteban.
Llegar a Presidente del gobierno de España.
Ser Rey.
Llamarse Leticia y encontrar un príncipe azul.
Llamarse Carlos de Inglaterra, vivir como un príncipe y jubilarse como un rey.
La única plaza a la que no se presenta ni dios, es la de Dios. Según el corresponsal en el otro mundo del periódico "El Mundo", Dios ha sido visto llorando mientras leía el libro de la Sabiduría.
EN EL LIBRO DE LA SABIDURÍA (2,1-7)
El autor de estas lineas admirables las pone en boca de los impíos:
(Pues neciamente dijeron a sí mismos los que no razonan):
Corta y triste es nuestra vida, y no hay remedio cuando llega el fin del hombre, ni se sabe que nadie haya escapado del hades.
Por acaso hemos venido a la existencia, y después de esta vida seremos como sino hubiéramos sido; porque humo es nuestro aliento, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón, extinguido éste, el cuerpo se vuelve ceniza, y el espíritu se disipa como tenue aire .
Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, y nadie tendrá memoria de nuestras obras, y pasará nuestra vida como rastro de nube, y se disipará como niebla herida por los rayos del sol que a su calor se desvanece.
Pues el paso de una sombra es nuestra vida, y sin retorno es nuestro fin, porque se pone el sello y ya no hay quien salga. Venid, pues, y gocemos de los bienes presentes, démonos prisa a disfrutar de todos en nuestra juventud.
Hartémonos de ricos, generosos vinos y no se nos escape ninguna flor primaveral.
Coronémonos de rosas antes de que se marchiten, no hay prado que no huelle nuestra voluptuosidad.
Ninguno de nosotros falte a nuestras orgías, quede por doquier rastro de nuestras liviandades, porque ésta es nuestra porción y nuestra suerte.
Mientras esperamos bailemos un Sirtaki
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