lunes, 17 de mayo de 2010

POSTALES DESDE LA TUMBA

UN TIPO QUE se pasa la vida diciendo yo, yo, yo, es un ególatra. Otro que hace lo mismo diciendo nosotros, nosotros, nosotros, es un nacionalista. El nacionalismo no es más que la forma plural de la egolatría.
Fernando Aramburu


Postales desde la tumba de Emir Suljagic más que una novela es una crónica de la condición humana. Emir Suljagic con tan sólo veinte años fue uno de los pocos que lograron sobrevivir a la terrible matanza que se produjo en la ciudad fronteriza de Srebrenica, en la que en cuatro días desaparecieron una ciudad entera, su población y su pasado común, y todo ello ante la pasividad de los cascos azules holandeses allí destinados.

Mientras observaba petrificado cómo los vehículos entraban en la localidad, pregunté a un oficial holandés qué ocurría, más por la necesidad de recibir unas palabras de aliento que en busca de una verdadera respuesta. Con una sonrisa sarcástica me comento. "Viene Ratko Mladic para evacuaros".

Los serbios desde el año 1992 llevaban a cabo una limpieza étnica de musulmanes en los pueblos de bosnia oriental, en julio de 1995 entran en la ciudad de Srebrenica. Esta novela es la crónica de esos tres años de acoso hasta la total destrucción de la ciudad.
La población de Srebenica, no sólo tuvo que padecer el acoso de los serbios y la pasividad de los cascos azules, sino también la de sus propios "señores de la guerra". Naser Oric y sus hombres "administraban" toda la ayuda humanitaria. En informes posteriores se supo que habían organizado el mercado negro. En estos informes se enumeran a lo largo de varios folios los nombres de todos los revendedores, la manera y lugar de comerciar con los serbios, los artículos en circulación más abundantes. Ahora bien, cuando las cosas se pusieron complicadas fueron los primeros en abandonaron la ciudad. Naser Oric se encuentra arrestado por el Tribunal Internacional de la Haya, acusado de crímenes de guerra.
Estas pocas lineas de la novela reflejan muy bien el padecimiento de muchos seres anónimos:

Aparece en la esquina, sonriendo, tal vez dirigiéndose a su familia, seguro de que ellos nunca verán esta imagen, pero como si presintiera que es el único documento, la única prueba de su existencia. En esta foto él no tiene nombre, es sólo un desconocido, un intruso en una foto ajena, porque no se podía permitir pagar diez marcos por una fotografía. Ésta es la gente en la que pienso, figuras sin nombre ni identidad que se convertirán en números anónimos. Cuántos de ellos estuvieron allí, cuántos no aparecieron allí donde habían estado el día anterior y no los echamos de menos porque otros ocuparon sus sitios para desvanecerse igualmente. Desaparecían en silencio, tan sigilosos como lo había sido su existencia, como si no hubieran hecho más que dejar de pasear por el mercado mirando con ojos hambrientos todo lo que no podían comprar.


P.D. Esta novela es del año 2008 y está publicada en Galaxia Gutenberg. Nunca me decidía a leerla por la dureza de los hechos. Ahora creo que es una novela de obligada lectura.

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