jueves, 4 de abril de 2013

GEORGI DIMITROV Y HERMANN GÖRING

A Göring, cuyos caprichos de soldado emperador aparecían como cómicos y hasta casi simpáticos en las crónicas de muchos de sus contemporáneos, a este ladrón y asesino, este bufón sanguinario, le hice poco más tarde de guardia de honor con otros compañeros de clase. Durante las pocas horas que pasó en Colonia se cambió de uniforme tres o cuatro veces. Me asombra que ningún realizador de películas cómicas hubiera descubierto este personaje; esa máscara de ojos brillantes de morfinómano, este "valiente cazador ante Jehová", ese Nedmrod engreído, el futuro señor Fulano de Tal: ¡qué personaje más cómico para el cine!. Sin embargo, sus apariciones con Dimitrov ante el tribunal contribuyeron no poco a nuestro divertimento político.
Pero ¿qué será de este muchacho?
Heinrich Boll

Para mi usted no es más que un bribón que simplemente debe ser ahorcado. Eso dijo en el proceso de Leipzig -1933- el número dos del partido nazi, Herman Goering acorralado por la sagacidad del dirigente búlgaro de la Internacional Comunista, Dimitrov, acusado injusta y burdamente del incendio del Reichstag. El atentado al Reichstag fue, en realidad, santo y seña, programado por los propios nazis, para desencadenar una brutal persecución de los comunistas alemanes... 
Joaquín Sagaseta
Göring en el juicio contra Dimitrov

miércoles, 3 de abril de 2013

BRASAS DE AMOR

Si antes me hubieran dicho:
"-Olvidaras a quien amas",
mil veces habría jurado:
"-Eso no sucederá nunca."
Pero ya que tras un largo desdén 
fuerza es que venga el olvido,
bendito sea tu desdén,
pues que trabaja y se fatiga en curarme.
Ahora me maravillo del olvido,
como antes me maravillaba de la firmeza,
y veo ya tu amor como unas brasas
que arden, pero bajo la ceniza.

Ibz Hazm

martes, 2 de abril de 2013

DIEZ COPLAS DE AMOR Y DESGARRO y (2)

¿Te acuerdas, amor, de cuando
sólo querías mi alegría?
Ya te di cuanta tenía.
¿Para quién estoy llorando?
De poco me serviría
saber adónde te mando
esta cuenta tan baldía.

Te invoco desde la ira
y desde la soledad:
ven a mis ojos y mira
que sólo vendo verdad;
si quieres comprar mentira
¡largo de mi tienda ya,
que eso aquí sobra y se tira!

Crees que están tocando a olvido,
sin despedirte te vas,
ninguna cuenta te pido.
Pero no mires atrás,
si quieres no volver más,
que en la fuga vas herido
y un rastro rojo verás.

Si llegara hasta tu oído
por algún extraño acaso
que publico que te olvido,
amor, tú no hagas ni caso.
Son ganas de meter ruido
miedo de dormir al raso,
¡qué más hubiera querido!

Del azar ya nada aguardo;
lo dulce con el veneno
me lo echo al hombro en un fardo.
No sé si el camino es bueno,
no sé si tardo o no tardo,
dónde voy, ni por qué peno.

Carmen  Martín Gaite
Después de todo
Poesía Heperión




lunes, 1 de abril de 2013

DIEZ COPLAS DE AMOR Y DESGARRO (1)

Al alba,
me desperté, amor, al alba
y qué sola me sentía
mirando cuajarse el día
y aquel poquito de malva
que por naciente venía.

No quiero riquezas vanas;
de tu mano donde vayas,
amor, yo quiero saltar
todas las barreras payas
y las hogueras gitanas
que el mundo nos quiere echar.

Charlatán embaucador,
qué me importa si fingías
con tus palabras amor.
Para aquellas penas mías
no hubo bálsamo mejor,
amor, ¡qué bien las decías!

Desde que vino el verano
hay una hoguera apagada.
Toco tu pelo y tus manos
y oigo tu voz, pero en vano
te busco ya la mirada.

Escucha lo que te digo,
compañero,dulce amigo
de sin sabores y empeños:
No te dé Dios más castigo
que tener a otra contigo
cuando me llames en sueños.

Carmen Martín Gaite





miércoles, 27 de marzo de 2013

SALÓN

La araña se encendió,
como un astro en un cielo.
Debajo, tú surjiste,
casi Venus naciendo.

    ¡Luces y desnudeces!
¡El centro
de la vida, en la entraña
roja de tu salón de terciopelo!

Juan Ramón Jiménez
IDILIOS
Sistolá


martes, 26 de marzo de 2013

DOS HISTORIAS NADA DECENTES

Lo más indecente de Dos historias nada decentes (Alan Bennett) es no disfrutar de los dos relatos que forman el libro, La señora Donaldson rejuvenece y La ignorancia de la señora Forbes. 
La señora Donaldson  viuda de un marido del que estaba harto, en este caso el dolor y la muerte no iban unidos y, con una hija, representante de su padre en la tierra, necesita para completar la pensión de viudedad trabajar a tiempo parcial como simuladora; hacer de paciente en un hospital para ilustrar las clases del doctor Ballantyne. En sus actuación la señora Donaldson se muestra como una hábil actriz superando todas las expectativas en simulación.
-Recuerde usted es el médico. No es policía ni sacerdote. Tiene que aceptar a la gente tal cual es. Recuerde también que aunque usted sepa, por lo general, más que el paciente sobre su estado, es él quien lo padece, y esto, más que cualquier otra cosa, le otorga una especie de sabiduría. Los conocimientos que usted posee no le facultan para creerse superior. El conocimiento lo convierte en el criado, no en el amo.
Si el primer relato es divertido, el segundo, más corto, supera la expectativas del anterior. Una narración llena de equívocos donde nadie es lo que parece. Un hijo que juega en el bando contrario. Una madre, que con su aire de suficiencia y desenvoltura hace creer a la gente que es viuda. Un marido que optaba por la modalidad silenciosa y una nuera que sabe todo lo que los demás ignoran. Como muchos hombres guapos, Graham Forbees había elegido casarse con una mujer no tan agracia como él y hasta un poquito mayor...

viernes, 22 de marzo de 2013

EL ORADOR Y LA MORENA

Lucio Licinio Craso el Orador, vivió durante un tiempo como un besugo, enamorado de una morena. La morena no era guapa pero si callada y tenía  memoria de pez; le prometías llevarla a comer pulpo a la gallega y, como estaba muy caro, la llevabas a comer sardinas a la plancha y no se enfadaba. La morena tenía siempre los ojos rojos y Domiciano  decía que era por beber demasiado. El que bebía demasiado era él que todo el día le estaba dando al Daikiri, la morena solo tomaba agua sin alcohol. Cuando la morena murió, Domiciano quería comerla en salsa verde y como Craso se negó, lo estuvo criticando en el Senado, diciendo que estaba  enamorado de una morena. Craso, en lugar de enterrarla, la incineró, y, la comió a la parrilla, luego se  fue con los amigos a Orar al Senado.

 Craso tenía gran cariño a una morena mansa de su estanque, un pez opaco, mudo, de ojos rojos, que se convirtió en tema de conversación en la ciudad; y cuando en cierta ocasión, Domiciano, queriendo tacharle de chiflado, le reprochó en el senado haber vertido lágrimas por la muerte de aquel pez, Craso le contestó: "De esa manera hice yo a la muerte de mi pez lo que vos no hicisteis al morir vuestra primera, ni vuestra segunda mujer.
Carta de Lord Chandos
Hugo von Hofmansthal
La morena comiendo un carabinero

jueves, 21 de marzo de 2013

UNA BIBLIOTECA DE VERANO

Se encontraba mi cuna junto a la biblioteca,
Babel sombría, donde novela, ciencia, fabula,
Todo ya polvo griego, ya ceniza latina
Se confundía.
Charles Baudelaire
Las Flores del Mal

Estaba ya bien entrado julio cuando conocí William Hazlitt.
Me enamoré al momento de su inteligencia, de su sentido del humor, de su perspicacia y finura.
Después de mi tío, era el primer hombre que me infundía un respeto total-por supuesto respetaba a muchísimas mujeres...-.
Era el remedio-aunque pasajero-contra mi angustia, contra aquel dolor sin nombre. La Bienhereuse, como Hazlitt, sólo lo calmaba. E incluso en ocasiones se volvía una cárcel de belleza que tan sólo, tras las tapias, dejaba fuera un poco de realidad; pero dentro-dentro de mí y dentro de la casa-no podía evitar que se pudrieran, poco a poco las lagrimas que no podían manar.
Quería estar a todas hora con él, dedicarle mi tiempo. Casi me convertí en una adoradora del culto Hazlitt.
Le hable de él a Suzanne. Con entusiasmo. Ella sonreía mientras yo barboteaba mis palabras.
-Solo había un problema: William Hazlitt había muerto en 1830. 

UNA BIBLIOTECA DE VERANO
Mary Ann Clark Bremer
Periférica

miércoles, 20 de marzo de 2013

SOL, SOLECITO...

Sol, solecito...

Cuando era pequeño
vivía encogido:
la calle era negra
el muro era húmedo,
pero el sol alegre.

Para San José
el buen solecito,
entraba y lucía
por la calle estrecha.

En mi  flaco cuerpo
entonces sentía
un escalofrío:
gozo y alegría.

Joan Maragall


martes, 19 de marzo de 2013

AMANECER

Te quitaste, riendo,
lo mismo que una reina loca,
tu corona de sueños,
y la echaste, radiante, al sol alegre,
¡y te abrazaste a mí, toda desnuda,
solo con tus cabellos negros, blanca!

Juan Ramón Jiménez
Idilios (Sistolá)