SE disponía un noble a subir a su carruaje cuando se le acercó un muchacho ":¡Eh, usted, no se librará tan fácilmente, conozco su secreto! ". El noble enrojeció y preguntó al joven qué quería. Este le dijo una cifra. Pasaría cada tres meses a recoger el dinero y así fue como aquel muchacho comenzó a acudir a la casa del noble, sin falta, en los plazos señalados. Pasaron los años, y el noble no dejaba de satisfacer el tributo del secreto. Pero un día, cuando el joven se presentó en casa del noble, un criado le dijo en la puerta: "se está muriendo". Cuando el joven entró en la habitación del moribundo, el rostro de éste se iluminó. "Me muero" Te lo pido por favor, ¡dime cuál es mi secreto!"
OSCAR WILDE
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