Y estos, de qué se ríen. |
martes, 17 de enero de 2012
POR ENCIMA DE LAS POSIBILIDADES ¿DE QUIÉN?
domingo, 29 de marzo de 2009
PRINCIPIOS
Es una fortuna caminar en compañía de gente sabia, divertida y escéptica, que esté dispuesta a cambiar cualquier verdad absoluta por un queso de cabra, cualquier honor, premio o reconocimiento por la corona de un sombrero de paja, cualquier clase de eternidad por la embriaguez de la duda unida a la armonía de la naturaleza. Por el contrario, encontrarse con gente de principios sólidos e inalterables es el peligro más grave que puede correr uno en esta vida. Un hombre de principios fue aquel que, sintiéndose puro, arrojó la primera piedra contra la adúltera; es el mismo que te indica con el dedo el camino recto que debes seguir y en cuanto te desvíes será el que te delate, el que te incluya en la lista negra o borre definitivamente tu nombre del mapa. En el caso en que este hombre de principios obtenga un poder absoluto, si además es muy devoto, no dudará en mandarte a la horca rezando por tu alma sin ahorrarse las lágrimas, puesto que también se puede llegar a la extrema violencia a través de la piedad. Huye de ese ser misericordioso que busca tu salvación por medio del terror del espíritu y te obliga a desayunar cada mañana con una rueda de molino. No es ninguna broma aquello que dijo Groucho Marx: "Éstos son mis principios, Si no le gustan, tengo otros". El fanático es capaz de saltar de un risco al risco contrario, ambas cimas situadas a la misma altura bajo un cielo nítido y puro, donde se siente igual de seguro, aunque armado esta vez con distinto látigo. El dogma es una forma de locura, del mismo modo que la pureza extrema alcanza a veces la forma de la más refinada crueldad. Los principios inalterables nos fueron inoculados en una edad muy temprana cuando nuestro cerebro estaba aún desvalido. En la mayoría de los casos aquellos principios fermentaron y se diluyeron en la inteligencia, en la imaginación y en el placer de los sentidos; pero hay personas que conservan incólumes aquellos mitos de la infancia en su cerebro de reptil sin que encuentren salida sino a través de los latidos de sangre que conforman su pensamiento. Hoy es un domingo de primavera y hay dos clases de desayuno. Por un lado, café, tostadas, queso de cabra y alguna duda relativa; por otro, principios inalterables y ruedas de molino.
Manuel Vicent
P.D. Yo me desayuno con muchas dudas relativas. Le dedico esta canción de Paquita la del Barrio a cierto ministro de Defensa de triste recuerdo, uno de los que nos quiere hacer comulgar con ruedas de Molino.
viernes, 16 de enero de 2009
EL LIBERTADOR
La justicia ha sido, desde que tenemos memoria, una de las manifestaciones más cutres y pringosas del Estado. Antes de que la prensa publicara las fotografías de los expedientes judiciales amontonados junto a aquellas letrinas roñosas, ya sabíamos que el papel higiénico convivía desde siempre con el de la magistratura. Cualquiera que haya pasado al lado de una toga sabe perfectamente a qué huele. Pero llevan oliendo toda la vida de ese modo sin que el olfato de sus señorías sufriera por ello. Los pasillos de un juzgado son lo más parecido a una estación de autobuses de los años cincuenta del pasado siglo o al servicio de urgencias de un hospital cualquiera de Esperanza Aguirre. Traspasas las lindes del pulverulento reino de los tribunales y tienes la impresión de haber caído dentro de una novela de Franz Kafka
Siempre nos hemos preguntado por qué los jueces, de cuyo poder nadie duda (lo llevan escrito en la cara), toleraban esa situación, por qué no se modernizaban como el resto de las instituciones, por qué no ventilaban sus dependencias, por qué ignoraban la existencia de los detergentes modernos o las ventajas de la informática. Y la única explicación que encontrábamos era que no les interesaba. Mientras la justicia funcionara mal, ellos harían y desharían a su antojo, con coartada para justificar toda clase de desmanes. Lo cierto es que jamás se manifestaron por la falta de medios, del mismo modo que los obispos no se manifestaron, en tiempos peores, por la falta de libertad. Unos y otros se han caído del caballo ahora mismo, vaya por Dios, en plena democracia y con un Gobierno socialista en el poder. Está bien, más vale tarde que nunca. Lo curioso es que uno de los líderes de este movimiento sindical sobrevenido sea el juez Tirado. Son ustedes hábiles (y decentes) hasta para elegir a sus libertadores.
Juan José Millas
sábado, 10 de enero de 2009
ESCUDOS HUMANOS
jueves, 8 de enero de 2009
LA ETIQUETA
La ministra de defensa Carmen Chacón fue muy criticada por el vestido que lució el día de la pascua militar. Y fue especialmente criticada por Pedro J. Ramirez director del Mundo, incluso con una editorial. Pues sí, siempre habla quién más tiene que callar. Y no digamos nada de los modelitos que el amo del Mundo mundial luce en la intimidad. El extracto de la editorial y la foto procede de Escolar.net.
Extracto de la Editorial:
La ministra de Defensa dio ayer la nota al acudir a la Pascua Militar con un atuendo y un discurso destinados sólo a llamar la atención, provocar y diferenciarse. Respecto al vestuario, la Casa Real es clara en sus exigencias de etiqueta (…) El vestuario de la ministra exhibido ayer no sólo no fue el adecuado, sino que evidencia un frívolo deseo de convertirse en el centro de todas las miradas. (…) Resulta un tanto ofensivo para el resto de asistentes su disposición a saltarse las reglas a su antojo, dando a entender que mientras los demás son unos anticuados o unos conformistas, ella es capaz de vestirse de gala marcando un estilo propio e informal.(…) Estamos seguros de que cualquiera que haya tenido que acudir a un acto regido por un estricto protocolo habrá sentido el deseo de romperlo unilateralmente y marcar su personalidad imponiendo sus gusto.
PD La foto es de la Boda de Felipe y Leticia
♫♫♪♫♫♪¡QUE BARBARIDAD!♫♫♪♫♫♪
domingo, 4 de enero de 2009
EL TIEMPO
MANUEL VICENT
lunes, 24 de noviembre de 2008
HEROES
♪♫♫♪♫♫ MILONGA DEL MORO JUDIO ♪♫♫♪♫♫
Desde lejos, los presidentes y los generales mandan matar.
Ellos no pelearán más que en las reyertas conyugales.
No derramarán más sangre que la de algún tajito al afeitarse.
No respirarán más gases venenosos que los que escupe el automóvil.
No se hundirán en el barro, por mucho que llueva en su jardín.
No vomitarán por el olor de los cadáveres pudriéndose al sol, sino por alguna intoxicación de hamburguesas.
No los aturdirán las explosiones que despedazarán gentes y ciudades, sino los cohetes que celebrarán la victoria.
No les acosarán el sueño los ojos de sus víctimas.
Bocas del tiempo Eduardo Galeano