jueves, 25 de mayo de 2017

DÉJAME SALIR

Un éxito de taquilla en Estados Unidos y los trailers de terror, que echan antes de la proyección, te hacen sospechar que algo huele a pesadilla en la cocina. Lo mejor que puedes hacer es ir a ver Déjame salir con poca información. Uno va con la idea de ver una peli sobre el racismo. Chris es un joven negro que va a conocer a los padres de su chica blanca y es recibido por estos con los brazos abiertos. Jordan Peele tiene la habilidad de hacer una puesta en escena en la que los padres de la chica transmitan al espectador con pocas palabras, solo miradas y gestos, que nada es lo que parece. Aquí hay Obama encerrado. Para rematar la jugada hay en la casa dos criados negros un poco raros. Algo se empieza a guisar en los fogones de los Armitage cuando comienzan a llegar a la mansión familiar unos blancos con pinta de votantes de Trump y aunque no sabemos a que acuden si empezamos a barruntar que algo raro va a pasar. Juegan al bingo. Los americanos son así, empiezan votando a un comediante y terminan con el terror metido en el cuerpo por si pulsa el botón nuclear. Algo parecido es Déjame salir, antes de entrar.  En ciertos momentos la película destila humor negro aunque me da la impresión de que a los negros no les debe de hacer mucha gracia. El director Jordan Peele es un comediante, actor y guionista. Hay que ser un comediante para hacernos pasar un final así. Haber si resulta ahora que la raza aria es la negra.  

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