viernes, 23 de octubre de 2015

LOS GRANDES RELATOS

La última vez que alguien sacó en préstamo este libro fue el 14 de Febrero del 2003. Todavía no estaba informatizada la Biblioteca del Fontán en Oviedo. Hasta entonces estuvo durmiendo el sueño de los justos. La materia prima de la que se nutren los escritores es la vida y José Jiménez Lozano, exprimiendo su memoria, le saca todo el juego posible a los recuerdos. Los relatos son tan simples que el titulo, Los Grandes Relatos, es una ironía que se permite el escritor para contar la vida sencilla de la gente humilde. El resultado es un libro de relatos maravilloso. Todavía están a tiempo las gentes enfurruñadas de la Plataforma Cívica de hacer una buena labor y proponer a José Jiménez Lozano al Premio Princesa de Asturias de las letras. Sin duda uno de los mejores escritores en lengua española vivo, por no decir el mejor, pero claro, éste farda menos que otros que le dan más oropel a los premios. En estos relatos el autor es como Don Tucídedes: Porque nunca dijo nada de su vida, sino siempre sólo cosas de las que habían ocurrido en el mundo hace muchos años o que ocurrían en otras tierras o en las capitales, y leyendas muy bonitas de las princesas moras que vivían en algunos manantiales.
Además durante la lectura del mismo tuve la ocasión de practicar uno de mis deportes favoritos, acudir al diccionario para consultar palabras de la lengua castellana que ya nadie utiliza. Cándalos, humero, badila, tamujas, jabelgó, acerique, casulorio, magarza y que podemos decir de las suripantas. 
...la gente decía: "¡Pobrecillo! ¡Qué Dios le tenga en su gloria!". O también "En un buen sitio", que era lo que se decía. Y otras veces, como obligando a Dios a que le tuviese en buen sitio al muerto, no se fuera Dios a confundir con las apariencias, como cuando se murió el médico viejo, de más de noventa y cinco años, que no creía en Dios y nunca jamás había portado por la iglesia, pero había sido bueno y servicial con todos, que el mismo señor cura dijo en la misa de entierro que Dios tendría que tenerle en cuenta a la fuerza lo bueno que había sido con la gente, aunque le hubieran descarriado los estudios, que descarriaban a muchos, pero lo que importaba era que había sido el amparo y consuelo de todos, y aunque él no había querido misa, ni se había confesado ni nada, el pueblo, que era cristiano, le decía la misa funeral por agradecimiento. Y ni un alma faltó al funeral de las tres de la tarde, porque era diciembre, y las tardes eran cortas, y había que darle tierra antes del anochecer, ya que habían trasladado el entierro por la tarde para que pudiera ir más gente: las mujeres, sobre todo, que tenían más ocupada la mañana, y los chicos y chicas, y todos los jóvenes: que ni una mujer se le había muerto de parto, ni un niño se le había muerto nunca, y había llenado al pueblo de vida, decía la gente...
Los Grandes relatos
José Jiménez Lozano
Anthropos  (Editorial del hombre)
Los enfurruñados (uno despeinado y con pijama)


2 comentarios:

  1. Me alegro de haber leido tu entrada, no conozco a este autor. Sí me gustan mucho los relatos, asi que voy a buscar este libro porque has despertado mi curiosidad.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De eso se trata de despertar la curiosidad. Sino lo encuentras se puede leer en internet, pero no es lo mismo que tenerlo entre las manos.

      Eliminar