miércoles, 8 de abril de 2015

PISANDO CENIZA

Pisando Ceniza está compuesto de seis relatos en los que Manuel Arroyo nos cuenta las cosas que le sucedieron a lo largo de su vida, y, cómo dice el narrador: "las cosa solo suceden a quien sabe contarlas". José Bergamín escribió La música callada  dedicada al torero Rafael De Paula y editado por Manuel Arroyo- Stephens. Antonio Ordóñez durante años se rodeó de un grupo de intelectuales que lo veneraban y de los que esperaba que escribieran algo perdurable sobre su arte, así que cuando vio el libro dedicado a Rafael de Paula se sintió agraviado y se enfadó con el escritor y con el editor. Cuando tuvo oportunidad le dijo a Manuel Arroyo que le producía una tristeza inconsolable que no fuera a quedar nada de lo que había hecho en los ruedos. La leyenda, dijo con desdén, pero la leyenda a mí no me importa. Eso no dura. De un pintor queda su lienzo, un músico escribe una partitura, a un poeta le publican sus versos. Pero lo que yo he hecho lo he hecho en el aire y con el aire se va. Hay aficionados que me dicen que queda en su memoria. Pero tú te vas a morir, les digo, y no va a quedar nada.
Manuel Arroyo-Stephens, con un único libro, consigue llevar del aire a la escritura seis maravillosos relatos. Desde Región Luciente donde se cuentan los últimos días de un poeta, hasta ese ajuste de cuentas con su familia que son, En la tumba de mi hermano y Responso, pasando por Melancolía del Torero en el que cuenta como él y Bergamín siguen por toda España a Rafael de Paula, ese gitano que consiguió poner firme a la Guardía Civil. No una vez, sino dos. 
Ocurrió en una corrida en la Maestranza de Sevilla. Dos personas vestidas de calle que permanecían en el callejón hablaron con Rafael de Paula casi al oído. Hizo un brindis que nadie podía escuchar y una compañía que se encontraba debajo del tejadillo con tricornios y uniformes se levantaron al unisono y el oficial que los comandaba saludó militarmente. Habían asesinado a varios guardias civiles en un atentado esa misma mañana. Los espectadores se levantaron de sus asientos "¡Viva Franco!" ¡Viva la guardia civil!", gritaron dirigiéndose al tejadillo. Antes de comenzar la faena el torero retrocedió y volvió a saludar montera en mano a la guardia civil, que se puso en pie para correspondes al torero y a la multitud. 

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