jueves, 20 de noviembre de 2014

LA LUZ

no se muere. 95 años. baja la colina,
por esa cuesta tan empinada, a hacer la compra él mismo.
        luego
regresa con la bolsa bien llena, apoyándose con fuerza en 
el bastón.

el viejo Charlie. no deja que nadie
le ayude.

la suya es la casa más grande de la colina, doce
         habitaciones.
debe de valer medio millón de pavos.

su mujer, que también tiene 95 años, está en una residencia.
va a verla varias veces a la semana.

"tiene buen aspecto pero no sabe quién soy."

los hijos de Charlie no vienen de visita.

"están esperando a que me muera. ¡sigo vivo
para fastidiarles!"

antes veía la tele en la planta baja con su
mujer. ahora la ve arriba en otra habitación.

"no puedo entrar en ese cuarto. me recuerda a ella."

no hay más.
vive a base de beicon y cereales. tiene buen aspecto.
mide uno ochenta y cinco, delgado, recto como una flecha.

el cartero me dice: "¿sabes el viejo de
al lado? qué lúcido está.

el viejo Charlie. 95. no se muere.

todos sus conocidos están muertos a estas alturas menos su 
           mujer
que no sabe quién es.

para ser un hombre acorralado en un rincón es majestuoso,
y cuando venga la muerte más le vale venir con humildad
          en busca de este.

veo la luz encendida en su cuarto de arriba todas las 
noches.

es la metáfora más brillante del valor que veo desde hace 
décadas.

Charles Bukowski
La noche desquiciada de pasos
Colección Visor de Poesía.
             

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