"En la lluvia que cae muere el otoño.
Diciembre se ha cansado
de sostener cadáveres de hojas.
El viento ha esparcido
los espíritus tenues
que habitaban la fruta.
que habitaban la fruta.
Penden crucificados de las zarzas.
La soledad del rayo
disecciona el perfil de los cipreses
sobre el negro compacto de la tarde.
Una quietud de muerte cubre el campo
y hasta la tierra oculta
que alguna vez fue arada.
Se vuelve hacia sí misma.
Da la espalda.
Cierra recia sus poros
y, confusa, la lluvia
se amotina en los charcos.
El graznido del cuervo
naufraga entre las olas de la atmósfera.
El mundo está escondido
tras un velo grisáceo.
Yo, desde mi ventana,
veo pasar los sueños
hundiendo sus pisadas en el barro.
Veo al tiempo empaparse.
Veo oxidarse el eje
donde el planeta gira.
Chirriar.
Atascarse.
¡Oh mi amigo el invierno!,
mil y mil veces bienvenido seas.
Húndete en mí.
Sea raíz la ausencia que nos colma".
Alejandro Céspedes
Hay un ciego bailando en el andén
Poesía Hiperión (1998)
No hay comentarios:
Publicar un comentario