FARERO:
Sirenita del mar,
acabadita de pescar,
que perdió su cola
al saltar una ola;
que ganó sus pies
sin saber por qué.
¿Quién te ha despeinado,
la tortuga o el lenguado?
¿Quién te dio ese vestido
tan descolorido?
Para ti tengo un espejo
de oro viejo
y una copa de cristal
para que bebas agua sin sal.
Y un corazón
con todo mi amor,
sirenita del mar
acabadita de pescar.
MARINERO 1:
La hemos salvado
de Tritón airado.
MARINERO 2:
Y del pez espada
que la cortejaba.
MARINERO 3:
Porque tenía que ser
tu mujer.
Y ella lo sabía
desde el primer día
cuando era pequeña
y se asomaba entre las peñas.
MARINERO 4:
La Sirena y el Farero:
¡ay que amor tan verdadero!
SIRENA:
Yo jugaba en mis jardines
con los hermosos delfines,
entre esponjas
amarillas como toronjas,
y con las estrellas de mar
que nunca pueden caminar.
A un pez volador
confié mi amor;
le di una carta con mucha prisa
que te dejó en una cornisa,
pero no tuvo ninguna ocasión
de pedirte contestación
¡Ay, cómo lloré
lagrimas de viento,
gotas que subían
redondas al cielo,
burbujas de llanto,
espuma de celos,
por ti que ignorabas
mis padecimientos!
Concha Méndez
El caballo griego
Manuel Altolaguirre
Edición: Diario Público
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