Nunca dejes que una triste verdad estropee una maravillosa mentira. La verdad es una, grande y libre. La gente más peligrosa es la que está en posesión de la verdad. Yo, que soy un bala perdida, no le cuento la verdad ni al médico. Mis padres vivieron noventa años, en la familia nadie murió joven, solo tomo vino en la comidas, voy a misa todos los domingos y... todo eso da puntos que mejoran mi expectativa de vida, aunque solo sea sobre el papel. Gracias a la vida regalada puedo contratar un seguro de vida más barato. Los de muerte son más caros, qué si flores, qué si incineración o entierro, quita...quita eso para más allá. El enano nonagenario/ ante el suspiro final/ por favor al menos la caja/ sea tamaño normal (Samuel Beckett). Las mentiras del formulario sirven además para crear otra vida sin necesidad de morir, aunque siga siendo, Martínez el Bala. No confundir con una bala perdida que deja su destino en manos de una epidemia. La epidemia del azar. Uno de los efectos secundarios del bala perdida es no reconocer que está enfermo.
A esta entrada le iba a poner el titulo de: "La verdad de las mentiras" pero, se me adelanto el liberal y además escritor, Mario Vargas Llosa, así que me tuve que conformar con los restos. Las mentiras de la verdad. Arias Cañete, uno de los mariachis del gobierno, solo dice la verdad. "2500 toneladas de Fuel "ilegal" en los tanques de Cañete"
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