Y cuando yo sea tierra,
en la paz del ocaso,
cavadme una tumba
a orillas de la mar.
No deseo rico ataúd,
ni adornos ni banderas;
mas tejedme una cama
con ramaje marchito.
Sea mi sueño tranquilo
y sea el bosque cercano;
tenga cielo sereno
sobre profundas aguas.
Que oiga cómo caen
sin parar los arroyos,
sobre cumbres de abetos
que resbale la luna.
Que oiga el viento entre olas,
desde el monte el cencerro,
sobre mí el santo tilo
que sacuda sus ramas.
Ya que no sufriré
a partir de entonces,
me caerán como flores
encima los recuerdos.
Y como acabará
el tormento del alma,
¡qué dulce sonará
el canto de la flauta!
Cerca de mí arderán
luces en las colinas,
sufrirán al romper
las siempre eternas olas,
que nadie tras de mí
llore ante mi cabeza;
qué solo el bosque haga
volar las hojas secas.
Los luceros del fuego
verán desde las ramas
la tumba sin fortuna,
la tumba sin amigos.
Mihail Eminescu
en la paz del ocaso,
cavadme una tumba
a orillas de la mar.
No deseo rico ataúd,
ni adornos ni banderas;
mas tejedme una cama
con ramaje marchito.
Sea mi sueño tranquilo
y sea el bosque cercano;
tenga cielo sereno
sobre profundas aguas.
Que oiga cómo caen
sin parar los arroyos,
sobre cumbres de abetos
que resbale la luna.
Que oiga el viento entre olas,
desde el monte el cencerro,
sobre mí el santo tilo
que sacuda sus ramas.
Ya que no sufriré
a partir de entonces,
me caerán como flores
encima los recuerdos.
Y como acabará
el tormento del alma,
¡qué dulce sonará
el canto de la flauta!
Cerca de mí arderán
luces en las colinas,
sufrirán al romper
las siempre eternas olas,
que nadie tras de mí
llore ante mi cabeza;
qué solo el bosque haga
volar las hojas secas.
Los luceros del fuego
verán desde las ramas
la tumba sin fortuna,
la tumba sin amigos.
Mihail Eminescu
Pues a mi.... ¡que me echen al aire!. Foto preciosa, por los tonos de luz.... Me gusta.
ResponderEliminarA mi también pero, con paracaídas. Por si acasu existe la otra vida.
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