martes, 23 de octubre de 2012

PAULINE VIARDOT

En su juventud Ivan Turgénev se enamoró de Pauline Viardot. Se puede ver en los retratos que se conservan que no era muy agraciada. Un día la madre de Turguénev, Varvara Lutovinova le escribe a su hijo que tenia veinte años: "Me parece que, como tu primer amor fue naturalmente tu madre, pálida, cetrina, nerviosa, estás acostumbrado a amar a mujeres cetrinas. Eso está bien para aventuras amorosas, pero una mujer cetrina no es muy saludable".
Si Varvara tenía este concepto de si misma ya nos podemos imaginar la clase de arpía que era. Turgénev le escribe a Paulina Viardot: "Sus últimos días fueron muy tristes. Que Dios nos libre a todos nosotros de una muerte semejante. Sólo quería distraerse. La víspera de su muerte, cuando la agonía había ya comenzado, en la habitación contigua una orquesta tocaba polonesas, por orden suya". Y líneas más adelante confiesa:"No pensaba en sus últimos instantes sino en-me da vergüenza decirlo- arruinarnos a mi hermano y a mí, y la última carta que escribió a su administrador era una orden clara y formal de vender todo a cualquier precio, de prender fuego a todo si hacía falta, para que nada...En fin, hay que olvidar..."
Paulina Era hija de un cantante famoso en los finales del XVIII y principios del XIX, Manuel García, sevillano, al parecer de origen gitano, que desde los veinte años recorría los teatros de Europa cantando, muy considerado por los compositores. Rossini le dedicaba los mejores papeles de sus obras y para él compuso la sonata de El barbero de Sevilla.
Paulina tenía una voz maravillosa y grandes cualidades para la escena, en la que logró éxitos que casi superaban a los de su hermana, la Malibrán, que durante algunos años llegó a ser la máxima figura de la ópera, pero murió muy joven, en todo el esplendor de su carrera. El Hermano mayor se dedicó al estudio de los órganos de la voz e inventó el laringoscopio, siendo considerado una autoridad en esta materia. Una calle de Madrid donde nació, lleva su nombre, "Manuel García".

Juan Eduardo Zúñiga
Desde los bosques nevados
Memoria de escritores rusos

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