AMOR, veo tu entierro todas las noches,
y por la mañana me despiertan las campanas
que festejan tu nacimiento.
¿No te convendría más
una vida ordenada,
una esposa modelo
una casa confortable?
Acabarás enflaqueciendo;
pero, ¡qué más da, amor,
si se hacen más hermosos tus ojos cuando palideces!
No me importa
si eres alto o bajo,
grande o chico,
ni donde duermes,
ni qué comes;
sólo quiero que vengas si dilación cuando te llame,
alegre como unas castañuelas,
trayéndome lo que te pida
sin pedirme retribución por tus servicios.
Te pagaré con amor,
y si el amor se me escurre, porque suele escurrirse,
te daré algo que sabe a lo mismo
y espera en las encrucijadas a los tímidos viajeros,
como los ladrones.
José Antonio Muñoz Rojas
y por la mañana me despiertan las campanas
que festejan tu nacimiento.
¿No te convendría más
una vida ordenada,
una esposa modelo
una casa confortable?
Acabarás enflaqueciendo;
pero, ¡qué más da, amor,
si se hacen más hermosos tus ojos cuando palideces!
No me importa
si eres alto o bajo,
grande o chico,
ni donde duermes,
ni qué comes;
sólo quiero que vengas si dilación cuando te llame,
alegre como unas castañuelas,
trayéndome lo que te pida
sin pedirme retribución por tus servicios.
Te pagaré con amor,
y si el amor se me escurre, porque suele escurrirse,
te daré algo que sabe a lo mismo
y espera en las encrucijadas a los tímidos viajeros,
como los ladrones.
José Antonio Muñoz Rojas
José A. Muñoz Rojas |
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