"Cada etapa de la vida es una edición que corrige a la anterior, y que será corregida también, hasta la edición definitiva que el editor obsequiará gratuitamente a los gusanos"
Machado de Assis
Miedo a morir, a vivir. A cumplir años, a no cumplirlos. A la verdad, a la mentira. Al miedo, al valor. A no se sabe qué (el peor). A Dios, al Diablo. A la Gloria, al olvido. A los que tienen respuesta para todo (religión), a los que no tiene respuesta para nada (Miner). A..."Oye Miner y, si cuando llegues al cielo te recibe Dios", "yo creo que del susto me vuelvo a morir". Hoy te vi, Dios, en la mimosa. Menuda mojadura que cogí por ir ha hacer la foto mañanera.
Jean-Louis Trintignat y Paul Auster están haciendo una lectura de uno de los libros Auster. En una pausa de la lectura, Jean Louis le pregunta a Paul la edad y este le dice que cincuenta y siete años. "Paul a los cincuenta y siete años me encontraba viejo. Ahora, a los setenta y cuatro, me siento mucho más joven que entonces".
Diario de Invierno
Paul Auster
Diario de Invierno
Paul Auster
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La pompa fúnebre de los entierros militares hizo, durante una época, que muchos soldados se suicidasen; esos jóvenes sentimentales campesinos confesaban en sus cartas de despedida que habían sentido envidia del solemne entierro de algún compañeros de su pueblo, tras lo que rogaban a la familia, a sus amigos y conocidos, que no escatimaran gastos y los llevasen al cementerio con la banda de música.
La epidemia solo remitió cuando la autoridad militar prohibió que la banda acompañase al cementerio al soldado suicida.
Confesiones de un Burgues
Sándor Márais
Había una leyenda en algunos pueblos de Castilla en la que se decía que un calderero ya mayor que no tenía hijos, decidió con su mujer gastar el dinero que tenían ahorrado y que, una vez que se le terminó, iba picando en las puertas de las casas : "¿Quién es?". A lo que respondía: "Dad limosna a este pobre calderero, que Dios le alargó la vida y se le acabó el dinero".
"La muerte abre la puerta de la fama y cierra tras de sí la de la envidia". (Lawrence Sterne)
Cuando murió Lawrence Sterne, solo asistió al funeral su librero. Semanas después los alumnos de un curso de anatomía en la universidad de Cambrige descubrieron con horror que el cadáver que estaban diseccionando era del de autor de Tristan Shandy. Entonces aquellos restos mortales fueron devueltos al cementerio para enterrarlos.
¡MADRE MÍA QUÉ PASADA DE ÁRBOL!. Gracies, por la foto..., ¡a pesar de la mojadura!.
ResponderEliminar¿Miedo?.. en otru momento "alguien" dijo: ¡Aupa Sporting! jaaaaa, jaaaa.
Y... pásame lo que a Jean-Louis Trintignat, ja, ja.
Lo del Sporting no lo dije por "miedo"a... bajar a segunda.
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