Las cartas son algo común, y sin embargo ¡qué cosa tan espléndida! Cuando alguien se encuentra en una provincia lejana y estoy preocupada, entonces llega una carta inesperada y me parece estar cara a cara con el otro. Además, es un gran alivio haber expresado los sentimientos en una carta, aunque una sepa que aún ésta no ha llegado. Si las cartas no existieran, qué negra tristeza nos atenazaría.Si algo nos inquieta y queremos compartirlo con alguien, qué desahogo volcar todo en una carta. Todavía mayor es la alegría cuando la respuesta llega. En ese momento una carta parece el elixir de la vida.
Sei Shônagon
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