sábado, 18 de febrero de 2012

MUERTE DEL ARCOIRIS




NUNCA vio nadie un arcoiris tal,
de punta a punta del espacio celestial.
Nunca vio nadie un arco como éste,
tan tenso, tan espléndido, tan ancho.
Pero el día pasó.

Saciaba las miradas de los rústicos,
de los bueyes, pinzones y estorninos.
Pero puños y ojos recelaban
de tan sencillo juego de colores,
de tan simple belleza.

El viejo sol, burlón, se hacía una pegunta
oculto entre los pliegues de las nubes:
¿cómo podía ser tan admirado
en esta tierra, entre sudor y estiércol
un arcoiris?

El arcoiris continuó brillando un rato más
y se tornó más bello. Después se hundió
pálido y triste en el confín del campo
cuando en sus límpidos colores
las nubes saciaron su sed.

Entonces fue apagándose el sol muy suavemente
y respiró otra vez en paz la tierra.
Cuánta inútil belleza,
cuánta celeste y mágica ilusión
para este mundo de sudor y lágrimas.


Endre Ady


2 comentarios:

  1. En esta tierra de sudor y estiercol necesitamos mil arcoiris, pero que no se escondan.... que permanezcan a pesar de la oscuridad, sino va a ser imposible.

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    1. La verdad es que la cosa está negra. No le metemos un gol ni al arcoiris.

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