EL DINERO DE LOS DEMÁS
JUSTIN CARTWRIGHT
ATICO DE
LOS LIBROS
JUSTIN CARTWRIGHT
ATICO DE
LOS LIBROS
(...)Todos parecen culpables de un fraude, el de fingir que sabían lo que hacían con el dinero de los demás. Una vez leyó que en las salas donde trabajaban los inversores, cuando iba mal y se perdían millones, porque una inversión no funcionaba, todos gritaban alegremente "¡EDDD!" el dinero de los demás.
El banco privado londinense Tubal & Co. está en apuros, tiene perdidas por seiscientos millones de libras en derivados que no estaban ligados a ningún activo, a ningún valor, a ningún propósito ni empresa humana. Resultaron ser imaginarios. Es casi increíble que todo un sistema financiero cayera presa de un puñado de especuladores.
El banco tiene más de tres siglo de antigüedad y es uno de los últimos a la antigua usanza, la propiedad es familiar. El presidente del Banco, Julian Trevelyan-Tubal, trata de venderlo y para ello tiene que inflar los balances inyectando dinero, en forma de depósitos, procedente de una fundación cultural y del fideicomiso familiar, que está registrado en Liechtenstein, donde no se paga impuestos de sucesiones. La intención es una vez vendido el banco recuperar el dinero.
Pero con lo que no contaba los propietarios del Tubal & Co. es que se cruzara es su camino una joven periodista que ha perdido su empleo por la crisis y que trabaja de freelance para el pequeño periódico de Cornualles, Cornish Globe and Mail. El editor del periódico, es un viejo zorro llamado Tredizzick. La periodista y el editor poseen una información que puede dar al traste con la operación.
La novela es entretenida, divertida y además tiene ritmo. No importa que el hilo sea grande o pequeño, sino que lo cuente bien y, así ocurre en está novela. Pero como diría un personaje de la misma.
-Tengo buenas noticias para ti Macleod
-Pero también las hay malas, como suele suceder en la vida.
Las malas noticias son que la traducción parece estar echa con ayuda del señor Google. Hay párrafos que carecen de sentido. Se conoce que la traductora se levanta para atender alguna necesidad física o química y cuando vuelve se olvida por donde iba y así, el pene brota del vello público. O será que el público es bello y el pene da pena, la verdad no lo se. Eso sí, la novela de Justin Cartewright es tan buena que sobrevive.
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