"A mí la única prudente,
se siguió confiando el ordenar;
mi rueca, siempre viviente
no se precipitó jamás.
Entran hilos, se devanan,
todos mando a su lugar;
ni uno dejo que resbale,
en su circulo han de entrar.
Si alguna vez me olvidara,
temería por el mundo;
las horas corren, los años pasan,
y el Tejedor cogería la madeja".
Versos de Láquesis (5333 a 5334)
Fausto de Goethe,
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