"La única amenaza absoluta a la vida es la nada".
"Hay que desconfiar, pues, de quién trata de convencernos con argumento distintos de la razón, es decir de los jefes carismático: hemos de ser cautos en delegar en otros nuestro juicio y nuestra voluntad"
Si esto es un hombre
Primo Levi
Coimbra 14 de Abril de 1945. Roosevelt murió anteayer, y los periódicos traían hoy en primera pagina los titulares del costumbre. Pero como en esta ocasión se trataba realmente de un gran hombre, de un honrado y noble demócrata, de la flor y llama de todo un pueblo, también venia una columna en las paginas interiores contando algo maravilloso: un negro había ido a despedirse de él y, con su acordeón, había tocado junto al ataúd esa aria que al muerto tanto le había gustado en vida.
Roosevelt ha muerto desgastado y quemado por esta guerra que deshonra al mundo entero. Otros estadistas, además de él, se desgastan y se queman en ella. Pero si fuese Churchil por ejemplo, el que hubiese muerto, ocurriese lo que ocurriese en Londres, nada podría tener la sencillez y la pureza del gesto de ese negro. Ningún mendigo, ningún empleado de la City sería capaz de creer que el difunto pudiera oír desde el otro mundo su canción. Un tipo que visita los barrios bombardeados fumando puros de una libra, no parece ofrecer muchas garantías de oír en el cielo baladas sentimentales. Así que, el destino, que quería herir de veras, escogió como victima a aquel en cuyo cuerpo había arraigado el sufrimiento, y cuya alma estaba prendida en el corazón de los humildes.
Diario
Miguel Torga
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