jueves, 31 de marzo de 2011

SANTO Y SEÑA

Miguel Torga

Dejen pasar al que cumple su jornada.
Dejen pasar
al que va lleno de noche y claridad.
Déjenle pasar y no le digan nada.

Déjenle, que va apenas
a beber agua de Ensueño a cualquier fuente,
o a coger azucenas
a un jardín que él presiente.

Viene de la tierra de todos. Allí mora
y allí regresa después de amanecer.
Déjenle pues pasar, ahora.

Que va lleno de noche y desconsuelo
Que va a ser
una estrella en el suelo.

Miguel Torga

Los únicos que saben morir son los humildes. Son los únicos que le vuelven la espalda al mundo con entereza,  los únicos que se enfrentan al absoluto con un silencio desdeñoso. Cuando nada dejamos -ni bienes, ni honores, ni ambiciones-, partimos sin pena; y cuando nada esperamos de la eternidad -ni las explicaciones a nuestras dudas, ni la confirmación a nuestras esperanzas-, podemos mirarla con una ironía serena.
Aunque sólo fuera por este privilegio de poder saltar desenfadadamente de la nada hacia la nada, vale la pena la modestia de algunas vidas. ¡Qué ridículos me parecen en este momento en que estoy ante el cadáver de un agricultor  anónimo, esos cadáveres históricos que siguen pronunciando sus frases de antología! "Más luz". "Más luz". Piden más luz para iluminar ¿el qué?

S. Martinho de Antes. 14 de septiembre de 1966
Diario
Miguel Torga


2 comentarios:

  1. ¡Como me gustó...,todo....!

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  2. Miguel Torga era escritor, poeta y médico. Con lo que tuvo que tratar con mucha gente en situaciones desesperadas, como el paciente que se veía morir y le dijo:
    El mundo está visto...-
    Y yo deduje que había llegado el fin de sus días.

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