La luz de la cocina en la mañana
cuando la casa aún está a oscuras
y todos duermen, y en los vidrios
el día es un presentimiento
parecido a la espera o la añoranza.
La luz de la cocina cuando el sol aparece
anaranjado entre las ramas negras
y las flores celestes del jacarandá
y el hombre hace el café, hojea un libro,
se asoma al patio y piensa
que es posible que llueva,
que ya casi es la hora
de despertar a su mujer, que hay ropa
tendida en la soga, que el silencio
con olor a humedad le recuerda a la infancia,
que la vejez se acerca
y el poema se aleja
y aún no sabe vivir.
Pablo Anadón
Una foto preciosa para un poema guapísimo, chapoooooo
ResponderEliminarLa cocina de la Güela. Aquí cocemos el Boronchu.
ResponderEliminarDe acuerdo. Poema y foto...¡precioso!
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