Si alguien toca un día a tu puerta
diciendo que es un emisario mio.
No creas, ni aunque sea yo;
que mi vanidoso orgullo no intentaría
tocar siquiera la puerta irreal del cielo.
Pero si, naturalmente, sin oír
a alguien tocar, la puerta fueras a abrir
y encontraras alguien como a la espera
de tocar, medita un poco.
Ese era mi emisario y yo y lo que intenta
mi orgullo que desespera.
Fernando Pessoa
Lo poco que intuyo conocer sobre Pessoa confirma su reflejo en este poema, Miner.
ResponderEliminarSiempre parece moverse en la contradicción entre lo que desea expresar y el orgullo (o el temor a la respuesta)le impide, sumiéndole el sentimiento en una profunda melancolía.
Ahí va otro:
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¡No, no digas nada!
¡No: no digas nada!
Suponer lo que dirá
tu boca velada
es oírlo ya.
Yo oí lo mejor
de lo que dirías.
Lo que eres no viene a la flor
de las frases y los días.
Es mejor de lo que tu.
No digas nada: lo sé!
Gracia del cuerpo desnudo
que invisible se ve.
(F. Pessoa)
Antes era indeciso y ahora no sabe.
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