EL LUGAR DE LA CASA
desierto; que ni casa fuese;
solo un lugar
donde la lumbre fue encendida, y en torno
se sentó la alegría; y calentó
sus manos; y partió porque tenía
un destino; algo sencillo
y poco, pero destino:
crecer como árbol, resistir
al viento, al rigor de la invernada,
y una mañana sentir los pasos
de abril
o, ¿quién sabe?, la floración
de las ramas, que parecían
secas, y de nuevo estremecen
con el repentino canto de la alondra.
Eugénio de Andrade
Ornella Vanoni. Sentado a la vera del camino
La poesía es la ficción de la verdad |
esa puerte ye conocida jejejej el pomea me gusta muchos un besin cuñadin
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