"Hablar de uno mismo es hablar de los demás" Esta frase de Medardo Fraile es un buen resumen de éstas memorias en la que nos cuenta su infancia entre Úbeda y Madrid, la prematura muerte de su madre,y la guerra civil, para continuar con la relación que mantuvo con escritores de su generación como Ignacio Aldecoa, Carmen Martínez Gaite, Rafael Sanches Ferlosio, Claudio Rodriguez, Alfonso Paso, José Hierro. Y también de generaciones anteriores como Azorín, Dámaso Alonso, Menéndez Pidal.
Con algunos de ellos hace su particular ajuste de cuentas. Uno de los que peor parado sale en estas memorias es Javier Pradera, ex cuñado de Rafael Sanchez Ferlosio, que cuando era miembro del consejo de Alianza Editorial, rechazó alguna de sus colaboraciones.
Medardo Fraile era un escritor desconocido para mí, pues vivía literalmente del cuento y, a mí el cuento, no me gusta mucho. A no ser, que el que viva del cuento sea yo. De todas las maneras no os perdáis estas memorias, de alguien, que aunque se apellida Fraile, escribe como los ángeles. Menos mal que esto no lo lee nadie, porque mira que digo tonterías.¡Ay si Ángel Cristo levantara la cabeza!
Medardo Fraile además de cuentista, fue autor teatral y profesor. También colaboró en prensa. En Cuadernos de Ágora, dirigida por Concha Lagos, no sólo colaboró, sino que mantuvo una "interesante" relación con su directora.
Así comenzó la guerra civil, a ojos del niño que era Medardo Fraile por entonces:
“La tarde del 17 de julio en Madrid fue nublada y ventosa y yo, que todavía no calificaba el tiempo de alegre o triste, me fui a jugar una partida de ras a San Fermín de los Navarros con cualquiera que estuviera allí. Las puertas de la vivienda de los religiosos, a ambos lados de la iglesia, estaban cerradas. Llamé repetidas veces sin obtener respuesta y, cuando me marchaba, se abrió a medias una de ellas y el padre Antonio, un sacerdote joven, me dijo: 'Vete a casa, hijo mío, que se han sublevado los militares en África'...
...Los sublevados en los nuevos ministerios no eran los comunistas, y no tenían por qué serlo, porque ya habían agarrado toda la sartén por el mango, si no un coronel de ideas republicanas, Segismundo Casado, del que no habíamos oído hablar en toda la contienda, respaldado por el admirable socialista Julián Besteiro y los suyos, por sectores anarquista relegados y por otros militares de ideas republicanas. A ese golpe de Casado contra la convivencia del presidente del gobierno Negrín con Moscú, y el deseo de ambos, Negrín y Moscú, de continuar sacrificando al pueblo en una guerra perdida, reaccionaron a tiros contra sus compañeros de izquierdas, grupúsculos comunistas y, sobre todo, las filocomunistas Juventudes Socialistas Unificadas de las que era secretario general Santiago Carrillo.
En la foto junto con Concha Lagos y Dámaso Alonso, están: Medardo Fraile, Claudio Rodriguez, Alfonso Paso, y José Hierro.
Hola Miner,
ResponderEliminarLo que no dice Fraile en sus "memorias" es que gracias al mecenazgo del matrimonio Lagos, él tuvo la oportunidad de tener una proyección más amplia en el ámbito literario, porque como bien dices, vivía del cuento.
Pero esto, como tantas cosas ahora desconocidas se irán publicando con el tiempo y paciencia.
Y únicamente como dato anecdótico, quiero decirte que estas memorias no son inéditas ya fueron publicadas, sólo que ahora la historia toma un rumbo diferente.
Me pregunto por qué...
Sobre el libro, decir que tras un comienzo maravillo y llegar a las doscientas primeras páginas, a partir de aquí hace aguas por todas partes, pero claro, esto es solo mi opinión.
La última palabra la tienen los lectores.
Saludos,
Un cuentista
Entonces estas memorias ¿qué son un cuento? Fraile asegura que las escribió, entre otras causas, por la insistencia de José María Merino, pero según el anónimo no son inéditas.
ResponderEliminarEn las mismas se nota un cierto ajuste de cuentas, no sólo con algunos colegas, también hacía la izquierda. El único político al que libra es a Indalecio Prieto (Don Inda). Aunque, cuando lee sus memorias, también le decepciona. A lo mejor ya estaba adaptado a la dictadura de Franco, en la que parece que no vivió nada mal.
Como lector estoy de acuerdo que las primeras paginas son maravillosas y que luego decaen, sobretodo cuando el tema es el teatro. Además siempre hay alguien que le dice, pero Medardo que bien escribes. Eso ye muy común en los escritores que creen que sin ellos el mundo se acabaría. Y el mundo sólo se acabará el día que falten: los fontaneros, los albañiles, los médicos, los carpinteros (a ver quién hace un nuevo arca si llega el diluvio)...y sobretodo los curas, que son los encargados de darnos el certificado de últimas voluntades. Vaya rollu que me solté para contestar al anónimo.
con sólo leer de mi tito postizo ese genial comentario sobre un Camilo con José y celos, sobre su un genial libro y medio...para que le dieran el nóbel, merece la pena leer esos cuentos de nunca acabar...genial cuentista y es todo un arte ese vivir del cuento.
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