El 26 de abril de 1998, el obispo y coordinador de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala Juan Gerardi, fue asesinado a golpes en el garaje de la casa parroquial donde vivía. Sólo habían pasado dos días desde la presentación pública, en la Catedral de la ciudad de Guatemala por el propio Gerardi de un informe que documentaba minuciosamente las sistemáticas violaciones cometidas por el ejército de Guatemala contra los derechos humanos, en sus largos años de lucha contra la insurgencia. En el informe conocido como Nunca Más, se identificaban más de cincuenta mil víctimas.
Los guatemaltecos del ejército se habían hecho ricos por medio de actividades ilícitas como el narcotráfico, el secuestro, el robo de vehículos, el contrabando, la extorsiones, entre otros. El obispo Gerardi había sido asesinado porque había amenazado el dominio de los militares sobre el aparato de Inteligencia del Estado. Y no como quiso hacer creer este mismo aparato, que el crimen del Arzobispo se debía a un crimen pasional entre homosexuales. Gracias a la labor de un grupo de investigadores de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA) que decidieron investigar por su cuenta y, también a un grupo de fiscales y jueces, ajenos a la endémica corrupción del país, se lograron unas sentencias históricas en Guatemala.
Ya Gerardi en 1973 escribió sobre la explotación, marginación, analfabetismo, enfermedades endémicas, pobreza e incluso miseria del pueblo indigena. Y por este compromiso en 1980 cuando era obispo de la diócesis de El Quiché, la zona indígena más poblada del país, escapó a un intento de asesinato.
Los problemas de Guatemala comenzaron en el año 1954 cuando la CIA planificó un golpe de estado contra Jacobo Arbenz Guzmán, el segundo presidente electo democráticamente de Guatemala, cuando para paliar la desigualdad del sistema que él mismo calificó de “feudal”, propuso una reforma agraria consistente en expropiar las tierras ociosas que se encontraban en manos privadas y redistribuirla ente los campesinos sin bienes. Parte de esas tierras pertenecían a la United Fruit Company. El gobierno de Arbenz había reembolsado el valor a la United , pero a los desinflado precios que la compañía había declarado en el momento de su tasación para el pago de los impuestos. Medio siglo después de que Estados Unidos hubiera intervenido en Guatemala y creado un ejército moderno, y después de haber financiado fuerzas militares en El Salvador y Honduras, todas ellas eran sociedades con unas de las tasas de asesinatos más altas del mundo y en la que los poderosos e influyentes actuaban con total impunidad.
La investigación que lleva acabo Francisco Goldman en este libro se lee como una autentica novela policíaca. En febrero del 2004 el muy “liberal” y conocido escritor Mario Vargas Llosa escribió un artículo en el periódico El País-apoyándose en el libro escrito por De la Grange y Rico ¿Quién mató al obispo?-y que entre otras cosas decía “para encubrir a los verdaderos culpables, sacrificar a inocentes, y entronizar una monumental distorsión de la verdad, operación de la que un puñado de bribonzuelos, oportunistas y policastros sacaron excelente provecho personal”. Pues bien, al final lo que demostró la justica, fue que todo lo anterior y mucho más, fue cierto, sólo que todos esos bribonzuelos y policastros no eran lo que Mario Vargas Llosa y de la Grange y Rico acusaban en su artículo y libro respectivamente, sino que fueron los servicios de inteligencia de Guatemala los encargados de perpetrar un “crimen de Estado”.
Articulo publicado por Mario Vargas Llosa en El País el 22-2-2004 ¿Quién mató al obispo?
Los guatemaltecos del ejército se habían hecho ricos por medio de actividades ilícitas como el narcotráfico, el secuestro, el robo de vehículos, el contrabando, la extorsiones, entre otros. El obispo Gerardi había sido asesinado porque había amenazado el dominio de los militares sobre el aparato de Inteligencia del Estado. Y no como quiso hacer creer este mismo aparato, que el crimen del Arzobispo se debía a un crimen pasional entre homosexuales. Gracias a la labor de un grupo de investigadores de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA) que decidieron investigar por su cuenta y, también a un grupo de fiscales y jueces, ajenos a la endémica corrupción del país, se lograron unas sentencias históricas en Guatemala.
Ya Gerardi en 1973 escribió sobre la explotación, marginación, analfabetismo, enfermedades endémicas, pobreza e incluso miseria del pueblo indigena. Y por este compromiso en 1980 cuando era obispo de la diócesis de El Quiché, la zona indígena más poblada del país, escapó a un intento de asesinato.
Los problemas de Guatemala comenzaron en el año 1954 cuando la CIA planificó un golpe de estado contra Jacobo Arbenz Guzmán, el segundo presidente electo democráticamente de Guatemala, cuando para paliar la desigualdad del sistema que él mismo calificó de “feudal”, propuso una reforma agraria consistente en expropiar las tierras ociosas que se encontraban en manos privadas y redistribuirla ente los campesinos sin bienes. Parte de esas tierras pertenecían a la United Fruit Company. El gobierno de Arbenz había reembolsado el valor a la United , pero a los desinflado precios que la compañía había declarado en el momento de su tasación para el pago de los impuestos. Medio siglo después de que Estados Unidos hubiera intervenido en Guatemala y creado un ejército moderno, y después de haber financiado fuerzas militares en El Salvador y Honduras, todas ellas eran sociedades con unas de las tasas de asesinatos más altas del mundo y en la que los poderosos e influyentes actuaban con total impunidad.
La investigación que lleva acabo Francisco Goldman en este libro se lee como una autentica novela policíaca. En febrero del 2004 el muy “liberal” y conocido escritor Mario Vargas Llosa escribió un artículo en el periódico El País-apoyándose en el libro escrito por De la Grange y Rico ¿Quién mató al obispo?-y que entre otras cosas decía “para encubrir a los verdaderos culpables, sacrificar a inocentes, y entronizar una monumental distorsión de la verdad, operación de la que un puñado de bribonzuelos, oportunistas y policastros sacaron excelente provecho personal”. Pues bien, al final lo que demostró la justica, fue que todo lo anterior y mucho más, fue cierto, sólo que todos esos bribonzuelos y policastros no eran lo que Mario Vargas Llosa y de la Grange y Rico acusaban en su artículo y libro respectivamente, sino que fueron los servicios de inteligencia de Guatemala los encargados de perpetrar un “crimen de Estado”.
Articulo publicado por Mario Vargas Llosa en El País el 22-2-2004 ¿Quién mató al obispo?
P.D. Parece ser que Vargas Llosa reconoció el error de este articulo, que estaba basado en el libro de dos periodistas de "investigación" y que trataban de exculpar a los militares condenados. Algo muy parecido a lo que ocurrió en España el 11 M, con los ácidos bóricos, y los autores intelectuales que no estaban en montañas lejanas ni en desiertos remotos.
muy recomendable, da verdaderos escalofríos ver como manipulan los echos los que tendrían que buscar la verdad, siempre habrá voluntarios para ello......DIOSSSSSS
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