sábado, 27 de febrero de 2010

TOMÁS MORO


Tomás Moro fue un londinense procedente de la burguesía a quien el rey había ennoblecido. Su esplendida carrera la debe exclusivamente a su talento y a su rectitud. Discípulo de John Colet, el decano de San Pablo, iguala y sobrepasa a su maestro en brillantez y cultura. Elegido a los 26 años para el Parlamento, se alza en seguida contra las excesivas pretensiones de dinero que tiene el monarca y arrastra tras su voto a la mayoría de ese parlamento. Entonces el rey hace arrestar a su padre: el gesto real le revela muy pronto a Moro la brutalidad del cesarismo pagano que perdura en plena civilización cristiana.



(...)Holbein, el pintor nos dejó retratada a toda la familia. Tenía entonces Tomas 50 año, el color de su rostro, más bien claro, y sus ojos azul- grises. Y allí estaba su segunda esposa, Alicie, una fierecilla rebelde a la educación intelectual que había querido darle su esposo y pronta a refutarle constantemente, un tanto aspera y practica, pero corazón de oro que disimulaba su ternura. También vivian con él su padre y su hijo único, la novia de este, tres hijas casadas, con sus maridos y once nietos, además de una pariente más lejana, Margarita Giggs. Tomás tenía predilección por su hija mayor Margaret, a la que llamaba Meg y enseñaba con gran orgullo a los amigos sus ejercicios de latín.

(...) Cuando su señor, el rey, hizo cuestión de estado la de su matrimonio con Ana Bolena, Tomas guardó silencio y hasta presentó el asunto al parlamento, como era su deber. No había disimulado al mismo rey su punto de vista, contrario a dicho matrimonio, pero, como todavía no se ponía en cuarentena su propia conciencia, no retó al martirio. Dimitió solamente el cargo, cuando este asunto comenzó a implicarse con cuestiones de fe. Entonces se fue a casa, y toda aquella familia, que había vivido en la abundancia y en la placidez del campo tuvo que mendigar y calentarse con helechos, "estando todos alegres", sin embargo, como exigía Tomás. Había sentado a su mesa a los pobres con más frecuencia que a los poderosos y a los sabios , y ahora se puso a buscar trabajo para su servidumbre que ya no podía mantener.
Convocado a Lambeth, en fin, porque su silencio gritaba más que las palabras su no adhesión al nuevo estado de cosas, se le exigió un juramento que en conciencia no podía hacer, y Tomás se negó a firmar. Con una rúbrica pudo salvar su cabeza y el porvenir de su familia, aun pensando para sí lo que a bien tuviese, pero no lo hizo, porque firmar sería anteponer los caprichos de un tirano y de un Parlamento títere, compuesto de imbéciles agradecidos, a la que mantenía su conciencia. Encerrado en la Torre de Londres, no se hizo ilusiones de lo que iba a ocurrirle, pero la conversación con su mujer y con sus hijas y el fabuloso amor a la vida que siempre tuvo le llenaban de angustia. Sólo confiaba que "Dios le daría fuerza para soportar con la paciencia- y acaso con cierta alegre jovialidad- todo lo que se avecinaba". Y así fue, porque hasta cuando subía al cadalso, el 6 de junio de 1535, se mostró capaz de emplear su buen humor con el verdugo, advirtiéndole que cortase de un golpe su cabeza porque a los tiranos no les gustan las equivocaciones; y después gritó su fidelidad al rey, pero primero a Dios. "Padre, perdónalos", fueron sus últimas palabras.

José Jiménez Lozano
La conciencia para un tirano y un hombre para la eternidad
17 de febrero de 1968
Destino

P.D. Este blog está compuesto fundamentalmente de "lecturas diversas y dispersas", para disfrute mio y de todo aquel que le interesen. Ahora toca este libro del gran escritor, José Jiménez Lozano-Ni venta, ni alquilaje- que contiene un centenar de artículos, de los más de mil que tiene publicados en diferentes medios periodísticos.Este articulo, del que hago un extracto, tendría que ser de obligada lectura para nuestros políticos actuales.

4 comentarios:

  1. Estupenda entrada, Miner.
    Hay que agradecerte que nos hayas traído a Tomás Moro.

    Le tengo yo especial querencia a Tomás Moro. Quizás por darle nombre (Utopía)al eterno anhelo del hombre bueno de alcanzar una sociedad justa.

    Utopía es una preciosa palabra. Por lo que encierra e incluso por su sonoridad.

    Tan bien suena que Serrat le dedicó una canción preciosa:

    "Se echó al monte la utopía
    perseguida por lebreles
    que se criaron
    en sus rodillas,
    y que al no poder
    seguir su paso,
    la traicionaron;
    y hoy, funcionarios
    del negociado de sueños
    dentro de un orden
    son partidarios
    de capar al cochino
    para que engorde.

    ¡Ay! Utopía,
    cabalgadura
    que nos vuelve gigantes en miniatura.
    ¡Ay! ¡Ay, Utopía,
    dulce como el pan nuestro
    de cada día!
    ...................
    (Serrat)

    UTOPÍA...el nombre se lo debemos a Tomás Moro.Gracias a él y a ti, Miner,por traérnoslo al recuerdo.

    Un abrazo

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  2. UTOPÍA

    Pues me encantan tus comentarios que suben el nivel de este copión. Además lo de Utopía no lo sabía.

    Un saludín

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  3. La Wikipedia, Miner...jeje
    Gracies por ponenos la canción, Miner.A mí parezme preciosa.
    Un abrazu.

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  4. Me gusta esta entrada, Miner.
    Quizás hayan leido a Tomás Moro muchas personas, pero somos muchas más las que necesitamos que se haga realidad aquella Utopía de la que escribió.

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