Unamuno pidió audiencia, para dar las gracias al Rey Alfonso XIII por la concesión de la cruz de Alfonso XII, y cuentan que cuando estuvo en la camara regia, dijo con voz huraña y sincera:
-Vengo a presentarme ante su Majestad porque me ha dado la cruz de Alfonso XII, que merezco.
- Es extaño-repuso el Rey- los demás a quienes he dado la cruz me han asegurado que no se la merecían.
-Y tenían razón-contestó Don Miguel.
El protocolo sería como aquella vez en que Unamuno visita a Alfonso XIII el 5 de Abril de 1922, por mediación del correveidile de Romanones, esto último dicho por Unamuno:
Finalmente salen para palacio, pero Unamuno lleva "su acostumbrado traje, propio de un cuáquero", "un viejo traje de chaqueta azul, chaleco de cuello alto y un sombrero maltrecho", y llegan con una hora de retraso. Choca en todo punto con la etiqueta muy estricta que impone el rey, de ordinario poco accesible. Primero, el que desee una audiencia tiene que solicitarla por medio de la secretaria de Palacio con gran antelación, y le es concedida después de pasar por diferentes comprobaciones de identidad, antecedentes políticos etc. Luego se le asesora al peticinario acerca de la forma de actuar frente al rey. Tiene ante todo que vestirse de chaqué, sombrero de copa y guantes grises y presentarse a la hora designada en punto. Cuando, tras la espera, se le hace pasar al despacho real, debe mantener la chistera bajo el brazo izquierdo, desenfundar el guante de su mano derecha y esperar que el monarca hable. Alfonso XIII estrecha entonces la mano del visitante, le indica que se siente, al tiempo que él lo hace y a continuación transcurre la audiencia hasta que el monarca se levanta para indicar el final de la entrevista. El peticionario se despide tras una reverencia y sólo puede darse la vuelta una vez cruzado el umbral de la cámara.
Según Romanones, la conversación es larga- dos horas- y la primera frase de Unamuno nada denota de lo que ha escrito "contra don Alfonso y contra su augusta madre en artículos publicados, y por los que fue procesado, condenado e indultado". Apenas intenta "suavizar sus palabras" al ver la expresión del soberano cuando se trata de la reina madre, pero afirma con tono tajante que, por el camino que sigue, la monarquía sufrirá un grave daño. Al raferirse el rey a sus iniciativas, le interrumpe Unamuno "diciéndole que sería mejor que no tuviese ninguna".
Unamuno tenía fama de muy hablador, Keyserlin le refirió a Pio Baroja sobre una conversación que tuvo con Unamuno en Hendaya cuando este se hallaba desterrado durante la dictadura de Primo de Rivera.
-¿Y Unamuno le dejó hablar a usted? preguntó Baroja.
-No, habló sólo él.
Yo creo que Unamuno no hubiera dejado hablar por gusto a nadie. No escuchaba. Le hubiera explicado a Kant lo que debía ser la filosofia Kantiana; a Riemann o a Poncaré lo que era la matematica, a Einstein la relatividad.
No le hubiera indicado a Mozart o Beethoven lo que tenía que se la música, porque había decidido que la música no era nada; que no valia la pena ocuparse de ella , porque a él no le gustaba y que sólo algunos tontos caían en el lazo burdo de las notas.
Pío Baroja decía que en algunas cosa Unamuno tenía salidas de aldeano de mala intención.
Unamuno, también tenía fama de tacaño, y si no, veamos lo que nos cuenta el articulista de Arriba el 15 de Febrero de 1935 cuando asistió a un mitín de la Falange en el que entre otros participaba el hijo del dictador, José Antonio Primo de Rivera:
Recuerda a continuación cómo se organizó la visita a casa de Don Miguel y , en uno de los días más crudos y frios del invierno, el paseo por las calles salmantinas de Unamuno, con José Antonio, Sanchez Mazas, un hijo suyo y él, camino del teatro, ante las miradas hostiles o sorprendidas de los obreros. El articulista añade que después del mitin invitaron a comer a Unamuno, a lo que accedió gustoso "no se conoce de ningún caso en que Don Miguel haya dicho que no a ninguna invitación". Al final puntualiza que Unamuno estaba "encantado de las angulas y de haber satisfecho una vez más su afán de dar que hablar".
De todas maneras Unamuno no se casó nunca ni con los "Hunos ni con los hotros" Así lo veia su esposa :
Concha comenta también que su esposo "es muy bueno" y está siempre oponiéndose a cosas injustas, lo mismo de derechas que de izquierdas, por lo que "él no se casa con nadie" y se ve "arrastrado en un torbellino público y destinado a levantar pequeñas tempestades.
Alguien le pregunta por sus convicciones religiosas y él replicó:
"Aquí en España somos católicos hasta los ateos". Como ahora más o menos.
Leido en: Desde la última vuelta del camino. Pío Baroja. Miguel de Unamuno Biografia. Colette y Jean Claude Rabaté. Retratos Contemporáneos. Ramón Gómez de la Serna
no se puede decir que fuera modesto,ni esplendido,ni mudo, una joya vamos.....
ResponderEliminarPensaba libremente, eso para mi es lo más importante.
ResponderEliminarTenemos tanto que aprender.
Saludos; Miner y Mary/ M/M. Besitos.
A mí me parece, que al margen de sus limitaciones, deficiencias, errores, vicios...y todo lo que pueda caracterizarle (y caracterizarnos)...por encima de todo era Él.Por lo que parece,libre de presiones.Que no es poco, ¿no?
ResponderEliminarAbrazos para todos.
Oí hace años en la radio esta frase de Unamuno que sin haberla apuntado sólo puedo citar de memoria, "Nos estamos siempre preguntando lo que nos pasa, y es justamente eso lo que nos pasa". Alguién me la puede verificar? Me encanta tambien la historia de cuando entró en una galeria de arte con pinturas cubistas y el pintor le reconoció y preguntó lo que le parecián sus cuadros. "Pues no me gusta su manera de pintar", dijo a secas. "¡Pero es así que veo el mundo!" protestó el pintor. "Entonces", respondio Don M., "¿porqué lo pinta?".
ResponderEliminarSería Celso Lagar pintor cubista y de Ciudad Rodrigo.
ResponderEliminar