"Aunque no vayas a ninguna parte, no te quedes en el camino" Bergamín
Este es un diccionario muy especial. El autor Andrés Trapiello desde hace muchos años usa el Diccionario ilustrado de la la lengua castellana de Saturnino Calleja editado en 1919.
A mi me gustan mucho los diccionarios, me aficioné a ellos leyendo a Andres Trapiello y a Josep Pla. Me acuerdo cuando leí en algún diario de Trapiello la palabra Tumbaga, que es un anillo con una aleación de cobre y oro. Ahora bien, no se si lo soñé o se lo leí a Andres Trapiello, que el nombre de Tumbaga, procedía de la piedra que llevaba el anillo, y que por sus dimensiones era como la que David utilizó para derribar a Goliath. Si esto no es verdad, debería de serlo. Pues bien, no os perdáis este Arca de las palabras, ilustrado por Javier Pagola, que tiene guapo hasta el titulo, yo recomiendo tenerlo en la estantería de casa con otros diccionarios más "formales" y, cuando queráis gozar de las palabras, tenéis también el de Andres Trapiello, aderezado con sus sabrosos comentarios.
...Cada día abriré este diccionario de Calleja al azar, leeré cinco paginas, las marcaré con un punto rojo para no repetirlas, y glosaré aquí los vocablos que más me gustan. A partir de ahora voy a ser un palabrista de viejo, como los buhoneros y los aljabibes, como los zarracatines que comercian en ropas viejas. Será sólo un rato cada día, el del relámpago que nace y muere entre dos nadas.
La palabra no es sólo un sistema de representación de una cosa, un sentir o una idea. La palabra es la cosa misma, y ocupa en sus mínimos caracteres cuanto significa: en la palabra Nilo discurre el Nilo, decía Borges, y el ruiseñor puede cantar si lo desea sin salir de la fronda de estos párrafos.
Andres Trapiello.
Yo creo que hay alguien, que con las palabras, podría intentar algo parecido a este diccionario. (V)
Este es un diccionario muy especial. El autor Andrés Trapiello desde hace muchos años usa el Diccionario ilustrado de la la lengua castellana de Saturnino Calleja editado en 1919.
A mi me gustan mucho los diccionarios, me aficioné a ellos leyendo a Andres Trapiello y a Josep Pla. Me acuerdo cuando leí en algún diario de Trapiello la palabra Tumbaga, que es un anillo con una aleación de cobre y oro. Ahora bien, no se si lo soñé o se lo leí a Andres Trapiello, que el nombre de Tumbaga, procedía de la piedra que llevaba el anillo, y que por sus dimensiones era como la que David utilizó para derribar a Goliath. Si esto no es verdad, debería de serlo. Pues bien, no os perdáis este Arca de las palabras, ilustrado por Javier Pagola, que tiene guapo hasta el titulo, yo recomiendo tenerlo en la estantería de casa con otros diccionarios más "formales" y, cuando queráis gozar de las palabras, tenéis también el de Andres Trapiello, aderezado con sus sabrosos comentarios.
...Cada día abriré este diccionario de Calleja al azar, leeré cinco paginas, las marcaré con un punto rojo para no repetirlas, y glosaré aquí los vocablos que más me gustan. A partir de ahora voy a ser un palabrista de viejo, como los buhoneros y los aljabibes, como los zarracatines que comercian en ropas viejas. Será sólo un rato cada día, el del relámpago que nace y muere entre dos nadas.
La palabra no es sólo un sistema de representación de una cosa, un sentir o una idea. La palabra es la cosa misma, y ocupa en sus mínimos caracteres cuanto significa: en la palabra Nilo discurre el Nilo, decía Borges, y el ruiseñor puede cantar si lo desea sin salir de la fronda de estos párrafos.
Andres Trapiello.
El mar nace tan cerca del verbo amar que casi son la misma palabra.P.D.Andres Trapiello tiene una preciosa novela sobre la guerra civil: Días y noches.
Hay un instante en todo crepúsculo en que la bóveda celeste se llena de valvas que en pocos segundos se abran y nos muestran durante unas horas sus perlas. Nosotros mismos, sobre la tierra, estamos en una. Nos parece muerta y sin brillo, pero muy lejos de aquí hay alguien que en cada atardecer de los suyos mira hacia nosotros con su nostalgia propia, tan parecida a esta.
De la misma manera que no es posible estética sin ética, no hallaremos en parte ninguna a un hombre bueno que no sea al mismo tiempo sencillo.
Los imparciales son los peores.
El pobre imbécil suele ser, como el cornudo el último en enterarse.
Aún creo oír cómo nos llamábamos de niño guaje. Crecí creyendo que esa palabra significaba precisamente eso, niño, chaval, por oírsela sobre todo a los asturianos que bajaban buscando el sol de la medianoche en los veranos leoneses. Sólo ahora me entero de que significa tonto, sandio, y siento renacer en mi sangre una antigua sed de venganza hacia aquellos gachupines que salían del orvallo.
Hay un punto mágico en que el orvallo llueve hacia arriba, y otro en el que ni siquiera cae, sino que permanece suspendido, como conteniendo su respiración.
No hay pero prisionero que el prisionero de sí mismo.
Es imposible perder la paciencia con una calavera en la mano; y no ser un poco mejores y más sabios de lo que somos. Por eso recomendaban tanto en las cartujas, de regla tan estricta, que los monjes tuviesen una cerca, para cualquier consulta. El paso siguiente lo dieron los piratas, bebien ron en ellas.
No se sabe por qué razón a los barquillos echos de oblea se les llamaba con ese nombre, pareciéndose poco a un barco y mucho a un canuto. En cualquier caso su sola presencia en los parques públicos arranca de los niños las miradas soñadoras que reservan únicamente al mar.
Las palabras importantes son breves en la mayoría de las lenguas. Sí. No se hallará ninguna que diga tan bellamente más con menos, por lo mismo que tampoco hay ninguna que, como legislativo, diga menos con más.
Si sí es la palabra más bella, no, entendida la vida como la entiende uno, ha de ser la más dificil y la más necesaria, y por ello doblemente bella. Y recordar lo que decia Paul Celán: "Habla/ pero no separes el No del Sí./ Y da sentido a tu decir:/dale sombra"
Sí, no sabemos por qué los llamamos sinsabores, cuando son tan amargos.
La sacarina es al azúcar lo que la purpurina al oro o el hacer manitas al sexo.
Si gozáramos de pasable memoria , podríamos dar fe de que casi todos los mejores momentos de nuestra vida tuvieron relación con una espera, y alguno de los peores.
El día más triste en la vida de cualquiera es aquel en que empieza a mirar las cosas de este mundo "con los ojos marchitos", para decirlo en tango.
Acaso el estado natural del hombre sea vivir en él, de ahí que cuando nos hablan de destierro lleguemos a sugestionarnos tanto y pensemos que alguien está vaticinando nuestro futuro.
Así como el lugar natural de la liturgia es el templo, la catedral de los sueños sólo puede ser un desván.
Yo creo que hay alguien, que con las palabras, podría intentar algo parecido a este diccionario. (V)
Andrés Trapiello es un enamorado de la palabra. Fue un placer leer las que, procedentes de su prosa, seleccionaste para esta entrada.
ResponderEliminarFíjate en la expresión "palabrista de viejo". Me parece preciosa la labor que encierra.
Podríamos crear una sociedad limitada a la búsqueda de "palabras de viejo". (Me pido y conformo con contrato de aprendizaje.)
"No te quedes inmóvil
ResponderEliminaral borde del camino" (M. Benedetti)
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Y hablando de imparciales...
SOY UN CASO PERDIDO
"...creo que tiene razón
soy parcial
de esto no cabe duda
más aún yo diría que un parcial irrescatable
caso perdido en fin
ya que por más esfuerzos que haga
nunca podré llegar a ser neutral..."
M. Benedetti
Es muy difícil seleccionar alguna de las más de trescientas palabras de este arca. Pues casi todas me gustan.
ResponderEliminarEn León hay una calle que se llama " Calle de la Tremolina", me recuerda mi hermano Pedro; es precioso, cuando sabemos que además de la bulla y la confusión, la tremolina es el ruido que hace el aire que quiere dar que hablar.
¿Dónde vives? en la calle esa que se armó la Tremolina.
"La vida no consiste en llegar, pero si consistiera, mejor entonces , que el primero; sería llegar el último"
Bergamín
Un saludín (Y)